CONSEJOS PARA EL CONSEJERO

Estamos al comienzo del mes de Tamuz, y durante los meses del verano leemos y estudiamos Pirkei Avot, el Tratado de los Padres. Una de las intenciones es que sus 6 capítulos corresponden a los 6 meses del verano. Como Tamuz es el cuarto mes del verano, está relacionado en especial con el cuarto capítulo. 

Comienza con una Mishná que a su vez trae 4 enseñanzas a modo de pregunta y respuesta.


¿Quién es sabio? Quien aprende de toda persona.


¿Quién es valiente? Quien conquista a su instinto.


¿Quién es rico? Quien se alegra con su porción.


¿Quién es honorable? Quien honra a las criaturas.


Los sabios de bendita memoria siempre traen una prueba para todo, un verso que atestigüe lo que están diciendo. Basándonos en ellos, meditemos en las cuatro respuestas: el sabio verdadero aprende de todos; el valiente de verdad es valiente consigo mismo y conquista su propio instinto, es decir que los pone bajo la conducción de su mente; el verdadero rico es feliz con lo que tiene, recibe todo lo que Hashem le da en la vida, es feliz con su parte y no le apetece lo que no le pertenece; y por último, sabemos todos queremos ser honrados, por la sociedad, por el público, y el consejo aquí es que honre a todos, entonces será respetado. “Como el agua refleja el rostro, así también el corazón de un hombre en el otro.”


Cuatro Consejos para el Consejero


Todo dicho de los sabios puede ser explicado a distintos niveles. La Torá tiene 70 caras y en general hay infinitos matices de luz provenientes de nuestra sagrada Torá. En nuestra escuela de psicología Torat Hanefesh queremos estudiar acerca de la psiquis para poder ayudar a otro, darle un bueno consejo. Está escrito que todas las mitzvot [preceptos] de la Torá son buenos consejos; en palabras del Zohar תריג , tariag [613 preceptos] son tariag itrin deoraita, 613 consejos de la Torá. Y todo esto para saber cómo darle buenos consejos al prójimo, y también para dar un buen consejo al consejero. Cuando aparece un problema me enfrento con un gran dilema: no sé que decisión tomar. Para eso están la Torá y los preceptos. Aquí también se pueden interpretar los cuatro niveles de la Mishná como una charla con el asesor, primero frente sí mismo, y después como consejero, asesorar a otra persona que viene a asesorarse, planteando sus problemas.


“Quien aprende de toda persona” – El consejero debe aprender del aconsejado.


En primer lugar, es evidente que el asesor debe ser sabio, y “¿quién es sabio? el que aprende de toda persona”. Es sabido que un buen consejero, cuando viene alguien a consultarle, sabe separarse, alejarse de sus propios problemas. Tiene que escuchar perfectamente y para eso hace falta talento, un sentido de la audición muy profundo. Es decir, tiene que anularse para escuchar de verdad al prójimo.


Pero aquí está escrito más que esto, no sólo tiene que saber escuchar en profundidad, además debe aprender del prójimo, hasta de las cosas aparentemente no buenas. El prójimo viene a aconsejarse, tú tienes que ser el dador [mashpía] y el consultante el receptor [mekavel]. Pero el mashpía verdadero también tiene que aprender algo del mekavel. Recibir algún mensaje general de la vida, un mensaje en general de sabiduría e incluso un mensaje personal para su propia vida.


El consejero debe aprender de los demás, comprender que la persona que vino a consultarme también puede llegar a ser mi rabino, no sólo el paciente. En general, uno de nuestros principios es que no nos gustan las expresiones metapelmetupal, [terapeuta y paciente], porque la expresión paciente denigra en cierta medida la condición de mi semejante que viene a sentarse a mi lado.


Más aun, es evidente que cumplir la función correctamente implica ayudarlo, darle un buen consejo, guiarlo, pero, de todas maneras, hace falta tener la gran humildad y auto anulación como para comprender que no sólo estoy escuchando perfectamente lo que él tiene que decir, también tengo que saber que necesito aprender algo de él. “¿Quién es sabio? quien aprende de toda persona”, debo aprender ahora de la persona que viene a aconsejarse conmigo.


Quien conquista su instinto


Luego viene algo también relacionado conmigo, que se supone soy aquí el consejero: “¿Quién es valiente? El que conquista a su instinto.” ¿Qué le está diciendo esto al consejero: “quien domina a su instinto”? Por más que crea que he preparado un espacio interior para escuchar y captar las angustias y problemas del prójimo, surge en mí la necesidad de decirle algo, espontáneamente. A veces esto espontáneo puede ser algo bueno, no podemos descartarlo automáticamente, pero muchas veces cuando quiero decirle algo después de escucharlo, en realidad proviene de mi ego.


Hay muchos aspectos involucrados en la tarea de conquistar el instinto, de tener la valentía de contenerse, pero aquí nos referiremos desde el punto de vista del consejero que asesora, donde tengo que dominar mis reacciones espontáneas, que en realidad provienen de mí yo y no de cómo tú te reflejas dentro mio de verdad.


Si es así, vemos aquí pues una continuación de la enseñanza anterior. Primero tengo que escuchar tan bien como para llegar a aprender la enseñanza de vida que encuentro para mí. Luego tengo además que refrenarme, no contestar como se dice “al toque”, porque en verdad esta respuesta proviene de mi ego. En palabras del Baal Shem Tov, tengo que pensar y callarme hasta que aplaste mi ego, para que pueda decir cosas que verdaderamente sean para el otro, que traigan luz de verdad, que ayuden a resolver el problema.


Quien se alegra con su porción. Enseñar cómo alegrarse mientras permanece el problema.


Pues bien, las dos primeras instrucciones son para quien sería el mashpía, el consejero. Las dos instrucciones que vienen a continuación se refieren a lo que tengo que dar y transmitir. “¿Quién es rico? Quien se alegra con su parte”. Estos principios y por supuesto los encuentros de consulta, tienen que adecuarse a cada persona, pero la regla general es: hay que transmitir alegría al prójimo. El verso quizás más importante de toda la Biblia respecto a la asesoría, al consejo, es


“La preocupación en el corazón del hombre lo deprimirá, y una palabra buena lo alegrará.”


Es decir, toda persona que viene a pedir consejo nos transmite toda la “preocupación en el corazón del hombre” que tiene, y el consejero debe ofrecerle una buena palabra que lo alegre, que lo llene de alegría. Hay un dicho de los sabios que “no hay rico sino en comprensión [daat] y no hay pobre sino en comprensión [daat]”. Se necesita un darle un conocimiento que alegre el alma de la persona.


¿Cómo lo puedo alegrar? Antes utilizamos la expresión “se supone que el consejero viene a resolver problemas”, como cuando vamos a cualquier asesor comercial. Existe un problema psicológico [como puede ser un problema comercial] y se viene a buscar la solución. Pero con la psiquis no es tan simple, no podemos eliminar todos los problemas que tengamos de un golpe, y dedicarnos a vivir tranquilos. A veces se puede solucionar un problema desde su origen, lo que se llama “tratamiento de raíz”, pero en la mayoría de los casos no se puede precisamente solucionar, y tenemos que aprender a vivir con el problema, a reconciliarnos con la situación en que estamos y además a no estar deprimidos en una situación determinada.


Esto se llama “¿Quién es rico? Quien se alegra con su parte”. Esto es tener un daat rico. Tengo que explicarte cómo puedes estar alegre con todos los problemas que tienes. Hay cosas que te vienen de Hashem, y tienes que aprender a lidiar con la realidad y principalmente saber cómo alegrarse. Si estás alegre y enfrentas los problemas, estos se comienzan a solucionar en la medida de lo posible, y luego todo irá bien. Pero, ante todo, a partir de ese momento, tienes que estar alegre. No vengas con esa cara amargada y triste, como Hashem le dijo a Cain: “¿por qué estás enojado y por qué estás decaído?”. Hay que recibir la situación con alegría, partiendo de la fe y la confianza en que todo viene de Dios que es bueno, y por lo tanto todo es para bien.


Quien honra a las criaturas. Amar a Todos.


La última enseñanza es “¿Quién es honorable? Quien honra a las criaturas.” Se podría pensar que si hablamos tanto de la modestia y la humildad, para qué tenemos que buscar honor? Pero la expresión de los sabios se refiere a la relación adecuada entre las personas, y que en verdad cada uno se honra a sí mismo. Está escrito que los alumnos de Rabí Akiva murieron porque no se respetaban uno al otro. Hay que saber cómo honrar sinceramente al otro, y relacionarnos con respeto y amor. El respeto es amor.


Está quien pregunta: “¿qué voy a hacer? La situación en mi casa es terrible. Mi esposa no me respeta en nada.” ¿Qué tengo que decirle como regla general? No sólo tiene que honrar a su esposa, y automáticamente ella lo honrará, sino más aun: si sufres de alguna forma de deshonra, si te dañan (me dañan, no me respetan lo suficiente), también tienes que aprender algo, tienes que prestar atención no sólo a tu esposa de la que te quejas, sino a todo aquel que necesita honor. Hay que “honrar a las criaturas”, también aquellos que son sólo “criaturas”, personas comunes. Si haces esto verás que también tu esposa y los niños respetarán y serán respetados.


Sé “feliz con tu parte”. Ser honorable no significa sentirse grande e importante, sino simplemente sentir un amor revelado. Es algo bueno y todos tenemos que sentir que nos aman de verdad, y así me honran. Por mi parte, yo también tengo que amarte, y llegar a “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, así dice Rabí Akiva que sus discípulos murieron porque ante todo no sintieron amor entre ellos. El gran principio de la Torá es honrar, respetarse unos a los otros. Esto es “¿Quién es honorable? Quien honra a las criaturas”. Y “el final se inserta en el principio”, si aprendí de ti aunque sea una cosa pequeña tengo que respetarte mucho, como está escrito en el capítulo final de Pirkei Avot (esto lo aprendemos de David el rey de Israel).


Resumen


Por lo tanto, para resumir, hemos dicho que en esta Mishná, del inicio del capítulo IV de Pirkei Avot, correspondiente al mes de Tamuz, hay dos instrucciones para el consejero mismo y dos que le hablan al consejero pero respecto al mensaje que debe transmitir a quien viene a aconsejarse, mientras cumple las instrucciones dirigidas hacia si mismo.


Primero, como consejero tienes que ser sabio, y también aprender –no sólo escuchar- de todas las personas, de todos los que vienen a ti (y así honrarás a quien viene a recibir un consejo). 

Segundo, cuando vas a responder como consejero, que tu respuesta venga desde el secreto del jashmal, primero jash (silencio y sumisión interior) y sólo después mal (hablar). 

Jash es entonces “quien conquista su instinto”, a tal punto que las palabras salen claras y alegres. 

Esto ya es el pasaje hacia: Tercero, transmitir al prójimo el concepto: ¿quién es rico¨? Quien es feliz con su parte”. Esto se llama “el secreto de jashmal, primero jash y luego mal. El jash conquista al instinto y entonces es capaz de transmitir un mensaje positivo y alegre –“y una buena palabra lo alegrará”. “¿Quién es rico? Quien se alegra con su porción”. Transmitir alegría también en esa situación específica. Y por último el Cuarto, “el último es el más querido”, transmitir y aumentar ahavatIsrael, amor al prójimo judío y a todos los seres en general, a todo el mundo, honrar a las criaturas. Si estás herido, si sientes que te lastimaron, sólo tienes que esparcir suficiente amor entre todas las criaturas que hay en el mundo.

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