LOS MEJORES AÑOS DE LA VIDA

VIVIENDO CON EL TIEMPO

PARASHÁ VAIEJÍ

La parashá de esta semana concluye el libro de Bereshit y el relato de la Torá de la vida de Iaacov donde describe sus últimos diecisiete años de su vida en Egipto. 17 es el valor de la palabra “bueno” (טוב, tov) y por cierto estos fueron los 17 mejores años de la vida de Iaacov. De hecho, la guematria del nombre de la parashá, Vaiejí (ויחי) es 34, también múltiplo de 17.

¿Cómo es posible que Iaacov haya pasado sus mejores años en el exilio de Egipto? Después de todo fue forzado a abandonar la Tierra Santa para ir a Egipto, el lugar más impuro, la tierra donde fueron esclavizados sus hijos. ¿Cómo puede ser que viviera los mejores años de su vida allí, habiendo tantos otros lugares?

La respuesta que se da generalmente es que al final de su muy dura vida Iaacov tuvo la alegría de ver a su familia unida, con amor y fraternidad entre Iosef y sus hermanos. Éste ciertamente no fue el caso cuando vivían en la Tierra Santa; parecería implicar, como escribió Najmánides en su epístola desde la Tierra Santa: “Cuanto más sagrado, más se destruye”, la rivalidad y el ímpetu por pelear y discutir era mucho más fuerte en la Tierra Santa que en Egipto.

LAS CHISPAS RECOLECTADAS AGREGAN VIDA

Desde una perspectiva interior, si observamos el último verso de la parashá de esta semana: “Israel se asentó en la tierra de Egipto, en la tierra de Goshen, y se establecieron allí y fueron fructíferos y se multiplicaron grandemente”, encontramos que su valor numérico es 2794 = 11 . 254. Entonces, como el verso contiene exactamente 11 palabras, el valor promedio de cada palabra es 254, el valor exacto de la frase principal de la parashá: ”¡Iosef aún vive!” (עוד יוסף חי, od Iosef Jai) Las palabras exclamadas por Iaacov cuando recibió por primera vez noticias de su hijo después de 22 años. 

Interpretadas superficialmente las palabras “Iosef aún vive” se refieren a que Iosef “todavía” vive físicamente, pero interiormente se refiere a que Iosef “aún” (עוד, od). En hebreo esta palabra tiene varios significados, de los cuales el más importante para nuestro propósito es “más”. Con estas palabras Iaacov estaba aludiendo a las chispas que Iosef había recolectado, el “más” que él había agregado a la divinidad durante su estancia en Egipto. Iosef tiene la habilidad especial de identificar, recolectar y elevar las chispas de divinidad que estaban atrapadas incluso en Egipto, la tierra más impura de todas. Y las había recolectado en una cantidad increíble, como los granos de arena de la playa.

La elevación de las chispas que realizó Iosef en Egipto fue la concreción de la profecía hecha por su madre Rajel cuando él nació. En su visión profética Rajel lo llamó Iosef, explicando “Dios me otorgará otro hijo”. El poder de Iosef es otorgar a su madre Rajel, un símbolo de la esfera de lo sagrado, “un hijo adicional” colectando lo que previamente había sido devorado por el “otro lado” de la santidad –sitra ájara– (el sentimiento de que uno es otro, que uno está desconectado del Todo, de Dios) y las llevó hacia el lado de la santidad. Iosef siempre logró “extraer lo precioso de aquello que lo había devorado”, tomando al otro que está distante de la divinidad y transformándolo en “un hijo adicional”. Más aún, la extraordinaria fertilidad de los hijos de Israel en Egipto fue el resultado y la consecuencia de que Iosef había recolectado las chispas de divinidad en Egipto. Por cierto, como está escrito en la Tora “estos son los descendientes de Iaacov, Iosef…” o sea que todos los descendientes de Iaacov a través de las generaciones son debidos a Iosef.

IACOV NUNCA MUERE

El exilio en Egipto fue el primero y por lo tanto el exilio arquetípico. Todos los exilios subsiguientes, el babilonio, el persa, el griego, y nuestro presente exilio de Edom-Roma, lo reflejan. Los sabios revelan que “El pueblo judío está exilado sólo en aras de agregar [יתוספו, itvasfú, deriva de la misma raíz que “Iosef”] conversos.” Por cierto, Iaacov tuvo el privilegio de ver el final (propósito) del exilio desde su comienzo; él vio las chispas que Iosef había acumulado en Egipto y ver esto lo revitalizó dándoles un sentido interior de tener un propósito, procurándole los mejores 17 años de su vida.

La vida de Iaacov está ligada intrínsecamente con la preparación de su descendencia, como dicen los sabios “Iaacov nunca murió, porque mientras su descendencia esté viva, él también permanece vivo”. El incremento de la vitalidad de Iaacov debido a las chispas recolectadas por Iosef y la multiplicación de su descendencia también fue destacado por el profeta Ishaiahu: 

“Y entonces, así dijo Dios a la Casa de Iaacov que redimió a Abraham: ‘Ahora, Iaacov no será avergonzado ni palidecerá tu rostro. Porque vio a sus hijos, el producto de Mis manos, de entre ellos santificarán Mi Nombre y santificarán al Sagrado de Iaacov y exaltarán al Dios de Israel”

La alegría, es decir, la vitalidad que le da vida a Iaacov surge de ver que su descendencia es toda verdadera: todos son justos y siguen sus sendas de generación en generación. Y la visión más vivificante es observar cómo ellos mantienen su integridad espiritual incluso en su exilio en Egipto.

Una respuesta dulce a una pregunta clásica

Todo lo que hemos discutido ofrece una nueva explicación para el fenómeno textual tan especial que encontramos en la parashá de la semana. Cada parashá en el Pentateuco está separada de la anterior por un espacio. En el rollo de la Torá la separación está destacada con un espacio en blanco que separa las dos parashot. La única excepción está en nuestra parashá Vaieji que no está separada de Vaigash. 

En su comentario, Rashi da dos razones para esta falta de separación, escribe “’Y Iaacov vivió…’ ¿Por qué esta parashá es cerrada, es decir, no hay una interrupción entre ella y la anterior? Porque cuando Iaacov falleció los ojos del pueblo judío y sus corazones se cerraron debido al sufrimiento de la esclavitud a la que empezaron a ser sometidos. Otra explicación, Iaacov quiso revelar el fin de los tiempos a sus hijos, pero esto le fue cerrado.”

Uno de los modelos más importantes del Baal Shem Tov para entender y analizar la relación entre diferentes explicaciones es el de sumisión, separación y dulcificación. Cuando los sabios dan diferentes respuestas a la misma pregunta, cada una refleja un aspecto particular de este modelo.

Las dos respuestas ofrecidas por Rashi corresponden claramente a sumisión y separación. La primera respuesta que cita, el fallecimiento de Iaacov, refleja la sumisión en la actitud del pueblo judío causada por la pérdida de su patriarca, haciéndoles susceptibles a la esclavitud. La segunda respuesta refleja separación, que está siempre ligada a un cambio de conciencia, como dicen los sabios: “si no hay conciencia, no hay capacidad para separar (distinguir)”. Aunque Iaacov quiso revelar el secreto del final de los días, Dios lo cerró-separó de su conciencia (preservándolo en el supraconsciente de Iaacov, transferido a nosotros. Este es otro significado de “Iaacov nunca muere”).

Complementando las dos explicaciones de Rashi hay una tercera explicación basada en todo lo que hemos discutido, que representa la dulcificación. Las dos parashot Vaigash y Vaieji no están separadas porque: “Iaacov vivió en la tierra de Egipto” y allí pudo disfrutar de los mejores años de su vida; esto fue una consecuencia directa de cómo “Israel se asentó en la tierra de Egipto, en la tierra de Goshen y ellos se establecieron y fueron fructíferos y se multiplicaron grandemente”. Los años finales de Iaacov en Egipto fueron dulcificados por la habilidad de Iosef de recolectar las chispas que llevaron a que todos sus hijos prosperen juntos con unión, siguiendo sus sendas con integridad.

Basado en Palabras diarias de Torá para Vaieji

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