LAS MONTAÑAS MÍSTICAS

La montaña representa la imagen de los Patriarcas. A partir de la fe en Di-s que ellos cimentaron, el Pueblo Judío recibió su misión Divina de traer el conocimiento del Creador al mundo entero. Este es un sumario de una audio-meditación donde el rabino Ginsburgh se explaya acerca de la imagen de las dos montañas mencionadas en nuestra porción semanal de la Torá y su conexión intrínseca con la Torá, el Templo, el Mashíaj y la misión del Pueblo Judío de diseminar el conocimiento de la Nada Divina por el mundo.

La Perashá Virtual de la Torá

Ree significa “ve”. Luego del ingreso del Pueblo Judío a la Tierra de Israel, el primer lugar donde se les   ordenó detenerse fue en la ciudad de Shejem, donde los sacerdotes y los levitas habrían de expresar las bendiciones que Di-s les concedería cuando hayan de cumplir con la Torá, y la maldición de Di-s en el caso contrario.

A seis tribus se les encomendó ascender al monte Grizim, al sur de Shejem, para recibir la bendición y a las otras seis ascender al monte Eival, al norte, para recibir la maldición.

La bendición y la maldición son apreciables a simple vista en los montes mismos, ya que el Grizim, la montaña de la bendición, es verde y frondoso.

El Monte Eival, de la maldición, es gris y árido

En cabalá, aprendemos que estas dos montañas representan a los dos ojos. Grizim al ojo derecho correspondiente a la sabiduría, de donde emana la bendición pura. El monte Eival, por su parte, representa el ojo izquierdo del entendimiento, por donde se manifiestan los juicios, hasta los más severos.

El Origen de la Maldición

El hecho de que en el monte Eival se pararan seis tribus significa que allí se encontraba el elemento positivo de la maldición. En hebreo, esta palabra se dice klalákuf- lamed- lamed- hei, cuya raíz es kalal, kuf-lamed-lamed, que significa “luz brillante y resplandeciente”, como en la expresión nejoshet kalal, “cobre brillante”.

En su origen, una maldición es una luz brillante y resplandeciente, cuyo brillo puede ser enceguecedor ,puede llegar a ser imposible de entender e incorporar a nuestra conciencia.

Aunque es el resultado de una trasgresión, no es un castigo o una expresión de revancha Divina, Di-s lo prohíba, antes bien, cuando proviene de la Torá, es de un origen muy elevado cuyo propósito es el de rectificar las almas de aquellos que han trasgredido.

Justamente por la naturaleza sublime de la maldición, el altar sagrado construido una vez llevada a cabo la ceremonia de las dos montañas fue erigido específicamente en el monte Eival, el lugar más apropiado para el resplandor cegador de la maldición.

Obviamente, Di-s desea que nos regocijemos sólo con el bien manifiesto, para lo cual nos dio la Torá y los mandamientos como guía para alcanzarlo. Pero, sin embargo, a un nivel más profundo, la interacción entre la bendición y la maldición crea un estado de equilibrio y estabilidad en la conciencia y el alma del pueblo judío que hace necesarias a ambas.

La Corona Sobre los Ojos

La perashá Devarim discute acerca del monte Jermón, al norte de Israel. Esta es la primera montaña que ha de ser vista por el pueblo judío al retornar a Israel en los tiempos mesiánicos. Es una montaña alta, cuyo pico está cubierto de nieve en el invierno, representando el cenit de la fe en el nivel supra consciente de la corona del pueblo judío.

Junto con el Grizim y el Eival, el Jermón forma un trío con forma de triángulo, llamado segolta. El Jermón representa la corona del pueblo judío y está en el vértice superior del triángulo. Puede ser percibido como el tercer ojo en medio de la frente, que visualiza la corona. El monte Grizim, representando la sabiduría del ojo derecho, está en la esquina derecha, mientras que el Eival, que representa el ojo izquierdo, está a su izquierda.

Esta imagen también puede ser visualizada en colores. Arriba la nieve blanca del Jermón, a la derecha el verde y floreciente Grizim y a la izquierda el gris y árido Eival. El gris está más cerca del blanco que el verde, implicando que aquí hay un ciclo que comienza en el Jermón, sigue con el Grizim, el Eival volviendo nuevamente al Jermón.

Matemática Montañosa

El valor numérico de los nombres de las tres montañas es como sigue:

.        Jermón: 304

.        Grizim: 260

.        Eival: 112

Como ya vimos, el Eival se conecta con el Jermón, sumando ambos 416, que equivale a 16 veces 26, siendo este último el Nombre esencial de Di-s, Havaiá, como ya se dijo muchas veces. El valor de Grizim es 260, 10 veces 26.

Las cuatro letras del Nombre Havaiá son:

  • Iud:  10
  • Hei:   5
  • Vav:  6
  • Hei:   5

Las 10 veces 26 del Grizim corresponden a la iud del Nombre, que representa la sabiduría, mientras que 16 veces Havaiá de Jermón y Eival corresponden a las tres letras restantes. Todo junto suma 676, 26 veces 26, el número más completo, ¡Havaiá al cuadrado!!

Las Series Cuadráticas

Como el valor numérico de los nombres de las montañas descienden en orden, crean una secuencia cuadrática simple. Esta es creada calculando las diferencias entre una serie de números dados.

Nuestra serie es como se ve a continuación: (las diferencias entre los números están en rojo, las diferencias entre la segunda hilera de números están en azul)

En esta serie hay 5 números positivos: las tres montañas, que suman 676, 26 al cuadrado, y dos números agregados que continúan la serie, 244 y 80, que suman 324, 18 al cuadrado. Entonces, 26 al cuadrado más 18 al cuadrado suman 1000, ¡¡10 al cubo!!

Esta serie cuadrática puede ser graficada como una parábola, con el cenit en 304.

El Perfecto y el Dúo Amigable

Los valores numéricos de estas series nos brindan otro asombroso fenómeno. La suma de los números primero, tercero y quinto de la serie -112, 304, 80 – el Jermón, el Eival y su reflejo oculto- equivale a 496, el valor numérico de maljut, el reinado. Los números restantes, el segundo y el cuarto -260 y 244- el Grizim y su reflejo oculto- equivalen a 504.

496 es un número perfecto, esto es, aquel cuya suma de sus divisores suman el número mismo. El primer número perfecto es el 1, seguido por el 6, cuyos divisores son el 1, el 2 y el 3, que a su vez suman 6. El siguiente es el 28 (1, 2, 4, 7 y 14) y a continuación está el 496. (El siguiente es el 8128, seguido por el 2096128…).

Otro concepto en matemáticas es el de números amigos. Este es un par de números tal que todos los divisores de uno de ellos equivalen a la suma del otro y viceversa. Hasta hace aproximadamente 100 años atrás, el único par conocido que tenía estas características era el 220-284, que suman 504. El valor numérico de liviatán (“Leviatán, solitario -perfecto por sí mismo- porque su macho fue muerto en el comienzo de la creación) es 496, que al agregarle una jet se forma liviat jen, “una pareja con gracia”, que asombrosamente suma 504. 496 y 504 son los valores numéricos de las montañas, como ya vimos, que suman 1000.

Vemos entonces que el origen de la maldición (Eival, y su reflejo [el número agregado] junto con su origen supra consciente, el Jermón) está en la singularidad del Leviatán, mientras que la fuente de la bendición (Grizim y su reflejo) está en el secreto de “una pareja con gracia”.

“Elevo Mis Ojos a las Montañas”

En los Salmos (121:1) está escrito:

Esá Einai el heharim, meain iavó ezrí

Elevo mis ojos hacia las montañas, ¿de dónde vendrá mi ayuda?

Este verso alude a nuestras dos montañas. Los sacerdotes y los levitas se pararon en el valle entre ambas, elevando sus ojos primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda, al expresar la bendición y la maldición.

En hebreo, “de donde” es meain, como en el verso citado. Esta palabra también puede ser interpretada como “desde el ain“, desde la Nada Divina, la esencia interior del ojo (también se pronuncia ain). Cuando elevamos nuestros ojos materiales hacia los Cielos, alcanzamos la visión de la Nada Divina, que es la fuente de toda ayuda y salvación.

En Job (28:12) está escrito:

Vehajojmá meain timatzé

¿Y la sabiduría de dónde será encontrada?

El jasidut ilumina este verso con una luz profunda: la Jojmá viene del ain, de la Nada Divina. La cabalá y el Jasidut explican que jojmá, la sabiduría representada por el monte Grizim, viene a la existencia cuando se une con el entendimiento, la biná del monte Eival. A pesar de que Grizim representa la bendición palpable, tiene una unión oculta con la maldición del Eival, que balancea el secreto de la bendición.

El Monte Moriá

En el Salmo 121 antes citado, la palabra para “las montañas” es heharim, que reacomodando sus letras se transforma en hamoriá, el Templo del Monte en Jerusalem. Moriá significa “incienso” o “enseñanza”, aludiendo a la palabra de Di-s al Pueblo de Israel y a toda la humanidad que emana del templo santo en el Monte Moriá, la “enseñanza”, y a la unión y el servicio más elevados a Di-s en el Santo Templo, el “incienso”.

Ahora se ve claramente, Hamoriá vale 260, como Grizim. De acuerdo con el principio que afirma que la izquierda está incluida en la derecha, el Eival está incluido en el Grizim y ambos unidos así al Moriá.

En cabalá, el monte Moriá corresponde a otro punto más en la configuración geométrica de las montañas. El Jermón es la corona en la cima, el Grizim y el Eival los dos ojos de jojmá y biná, a la derecha e izquierda, y el monte Moriá corresponde a daat, “conocimiento”. La cabalá enseña que este se encuentra en el punto medio entre los hombros.

El Templo Santo en Jerusalem estaba situado en una depresión entre los hombros de las montañas que lo rodean. Esta imagen es llamada daat, el poder que conecta la mente (la sabiduría) con las emociones del corazón (el entendimiento).

Cuando algo conecta dos facultades aparentemente opuestas, su origen es más elevado que las facultades que conecta. Entonces, el origen de daat es superior al de sabiduría y entendimiento. Deriva de la corona del Monte Jermón. El punto del Monte Moriá refleja la corona y está situado entre y debajo de los montes Eival y Grizim, directamente opuesto al JermónMoriá es la culminación de las otras tres montañas.

El Monte Sinaí

Las cuatro montañas mencionadas corresponden a las sefirot de keter, jojmá, biná y daat. Todas están en la Tierra de Israel. Pero hay aún otra montaña de profundo significado para el Pueblo de Israel, el Monte Sinaí, donde Di-s nos dio la Torá. El monte Moriá, que representa la manifestación de la Torá en este mundo, debe tener una relación con el Sinaí, donde la Torá fue entregada. El valor numérico de Sinaí es 130, 5 veces 26, valor numérico de ain, “ojo”, y la mitad de Moriá. La relación de Sinaí y Moriá es el profundo secreto cabalístico del medio en relación al todo.

Hemos meditado acerca de cinco montañas, cuya progresión es desde la Torá hasta el Templo, el Mashíaj y la misión del Pueblo Judío de diseminar el conocimiento de la Nada Divina en el mundo.

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