EXPRESAR NUESTRA FE EN NISÁN

Basado una clase brindadas en Zurich el 4 de Nisan de 5766 – 2 de abril de 2006

Introducción

Nuestro tópico de esta noche es “los sentidos del alma”. El primer texto clásico de Cabalá, el Sefer Ietzirá o Libro de la Formación, explica que cada una de las 12 raíces del alma, inherentes en cada una de las 12 tribus del pueblo judío, tiene un sentido especial, un talento único.

La mejor época para comenzar a discutir los sentidos, llamados jushim en hebreo, es justamente ahora en el mes de Nisán, el primero de los meses del año judío (Tishrei es el primer mes del año universal). Históricamente, durante los doce primeros días de este mes fue inaugurado el Tabernáculo del desierto y cada día uno de los doce príncipes de las tribus de Israel trajo un sacrificio inaugural.

De acuerdo con el Arizal las tribus tienen un paralelo con los meses del año judío (nuevamente comenzando con Nisán) siguiendo el orden en que la Torá relata la ofrenda de los sacrificios. El primer sacrificio inaugural fue traído por Najshón Ben Aminadav, el príncipe de Iehudá, la tribu de los reyes. Como discutiremos más adelante, la Mishná también establece que el mes de Nisán es el Año Nuevo de los Reyes de Israel.

Una manifestación física de los doce sentidos de las tribus de Israel se producía en el joshen, el pectoral del Sumo Sacerdote, en el cual había doce piedras, una para cada tribu con un color especial, que aparecía también en la bandera dicha tribu. Cada piedra con su color asociado tiene el poder espiritual de despertar en el alma el sentido respectivo de la tribu.

Demos una idea primero de qué son estos doce sentidos, porque usualmente pensamos que hay cinco, pero estos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) están incluidos en los doce. Por eso presentamos los sentidos en el orden de los meses hebreos, con su tribu correspondiente y diciendo algunas palabras acerca de cada uno. Cada sentido posee una gran carga de significado, basado en las varias connotaciones de su nombre en hebreo.

OrdenMesTribuSentidoNota
1NisanIehudáhablaHablar, dibur, también significa “liderazgo” en hebreo, motivo por el cual se vincula con el Año Nuevo de los Reyes, porque el rey gobierna con su palabra.
2IarIsajarpensamientoContemplación. También es el sentido de la meditación.
3SivanZevulúncaminarTambién se refiere al movimiento en general y a un sentido del progreso.
4TamuzReuvénvistaLa persona que tiene este sentido es especialmente perceptiva.
5AvShimónoídoLas personas que tienen este sentido son especialmente receptivas.
6ElulGadacciónEsta palabra también significa rectificación, reparar algo, relacionado con este mes previo a las Grandes Festividades de Tishrei, que está dedicado a reparar nuestros senderos. A algunas personas les gusta reparar cosas que no funcionan, otras piensan que comprar cosas nuevas es mejor.
7TishreiEfraímtactoImplica también las relaciones matrimoniales. Todo el secreto de las festividades de este mes es el matrimonio entre el pueblo y Dios.
8JeshvanMenashéolfatoLas personas que tienen este sentido son especialmente sensibles a los demás y conscientes de sus rasgos de carácter.
9KislevBiniamíndormirEstá explicado en Cabalá que si una persona tiene un sentido para algo, puede hacerlo bien en un tiempo corto. Dormir también es el sentido de una persona calma y fría. Es el sentido del alma de calmarse a uno mismo. También relacionado con soñar.
10TevetDaniraEste sentido debe ser dirigido directamente contra nuestra mala inclinación. Debemos saber cómo tener una indignación justa frente a la maldad que tenemos adentro. Esto tiene que venir antes de estar disgustado con la maldad que hay alrededor nuestro.
11ShevatAshergustoEs también el sentido de comer apropiadamente, por lo que también a veces es llamado el sentido de comer.
12AdarNaftalírisaPor supuesto estrechamente vinculado con la festividad de Purim.

Ahora que hemos dado un recorrido por los 12 sentidos, debemos notar que todo este tópico es uno de los principales puntos de correspondencia entre la Cabalá y la psicología.

Lo primero que aprendemos en Cabalá es a ser conscientes de la existencia y la presencia del Todopoderoso en cada instante de nuestras vidas, y lo mismo es verdad respecto a nuestra alma. La Cabalá nos enseña, especialmente respecto al tema de los 12 sentidos, cómo ser conscientes de nuestra alma y sus distintos aspectos. Aunque todos tenemos algo de cada uno de estos sentidos, hay uno que predomina. Esto no significa necesariamente que venimos físicamente de la tribu que tiene este sentido, pero si que espiritualmente derivamos de ella.

La raíz original de la palabra Cabalá en hebreo ( קַבָּלָה ) significa “paralelo” o “análogo”. En los Cinco Libros de Moshé esta raíz aparece sólo dos veces1, y en la misma expresión “los lazos deben estar aparejados uno a uno”. Sólo más tarde, en el Libro de Ester aparece con el significado que se ha vuelto más común en hebreo, ( לְקַבֵּל , lekabel) “recibir”.

Esto significa que el sentido original de la palabra Cabalá es la habilidad de ver paralelos, de ver correspondencias uno a uno entre diferentes conjuntos de elementos que a primera vista pueden no parecer estar relacionados entre sí. Todo se basa en el hecho de que tienen el mismo número de elementos. En la Torá los dos conjuntos eran de 50 lazos que unían las partes del techo de pieles del Tabernáculo del desierto, creando así una unidad a partir de dos partes.

Todo el propósito del estudio de la Cabalá es ver unidad dentro de la pluralidad, así es que uno empieza a retornar, en un proceso que va desde el sentimiento de pluralidad hacia la unidad en el alma. Esta es la sabiduría básica de la Cabalá. El Sefer Ietzirá también nos enseña que hay 10 sefirot, los diez canales de energía por medio de los cuales el Todopoderoso crea el mundo. Si vinculáramos las sefirot con nuestra alma, podríamos ver que corresponden (como el significado de Cabalá) a los 10 poderes conscientes del alma: 3 intelectuales (sabiduría, entendimiento y comprensión) y 7 emocionales (desde bondad hasta reinado).

Además de las 10 sefirot conscientes o poderes del alma, también hay otras tres supraconcientes, que en el lenguaje de la Cabalá son llamadas las coronas del alma, dándonos un total de 13, aludiendo al mes adicional de Adar I llamado jodesh haibur, que agregamos al calendario hebreo 7 veces cada 19 años. El mes 13 corresponde a la tribu de Leví. El sentido de esta tribu es la música, que en cierto sentido es la que abarca a todos los demás y reside dentro de cada uno de los otros. Esto es decir que de alguna manera cada sentido está como “sintonizado” con él.

La división de 13 en 12 está reflejada de una manera muy hermosa en el Maguén David o la Estrella de David 2, que podemos ver como una estructura compuesta de 13 áreas triangulares rodeando un área central. Esta área central corresponde a la sefirá de conocimiento, que en el alma se manifiesta como el poder de la unificación. Para ilustrar esto tomemos por ejemplo el habla. El primer Rebe de Jabad simplemente nunca habló, sino que todo lo dijo cantando. Esta idea se reflejaba también en la forma en que las tribus estaban situadas en el desierto, acampando las 12 alrededor de la tribu de Leví.

Tenemos de esta manera 13 sentidos, 13 almas-raíces (tribus), 13 meses y 13 poderes del alma. Nuestra tarea será ver cómo cada sentido corresponde a un poder particular del alma, su tribu, su mes y como explicaremos más adelante, una letra del alfabeto hebreo.

El Mes de Nisán

Nisán, el primer mes del año corresponde al poder más elevado del alma, la fe. Así, podemos decir que Nisán es el mes de la fe y como también corresponde al sentido del habla, tenemos que entender cómo el habla y la fe son interdependientes. Cuando hablamos, la melodía que se escucha en nuestra voz expresa nuestra fe más que cualquier otro sentido, como lo expresa el verso de los Salmos: “Tengo fe al hablar…”3 Por eso, en este mes debemos concentrarnos en rectificar nuestro sentido del habla y de poder lograrlo depende nuestra capacidad de expresar nuestra fe.

Como dijimos, la fe es el poder supraconciente del alma más elevado, en cambio, el habla está asociada con la sefirá de reinado, el último de los poderes del alma. Esto expresa la relación ilustrada en la afirmación del Sefer Ietzirá que: “el final está incrustado en el principio”. El poder del habla, que es en cierto sentido el último de los poderes del alma, tiene su raíz en el nivel más elevado de la mente.

Explica el Arizal que Pesaj ( פסח ) debe leerse como dos palabras ( פה סח , pe saj) que significan “boca que habla”. ¿Por qué Pesaj es la festividad del habla? Pesaj es el tiempo de nuestra liberación, como decimos en nuestras plegarias, y realmente es la festividad de la libertad de palabra, especialmente para un judío, y especialmente para el judío que se encuentra en un entorno no judío. Es la capacidad de hablar libremente con un verdadero orgullo judío de modestia, acerca de nuestra fe que es nuestra verdad más profunda.

Explica Jasidut, que antes del éxodo de Egipto el poder del alma que estaba verdaderamente en exilio era la esencia de nuestra fe. No era que no creíamos en la existencia de Dios, porque sabemos que gracias a esa creencia básica hubiéramos sido redimidos de todas maneras. Pero esa creencia era parcial, no era la fe completa y absoluta del judío, porque esta permaneció en estado latente durante el exilio.

Esa esencia verdadera y completa de nuestra fe fue revelada al mundo por Abraham, de quien la Torá dice:

“Y proclamó el Nombre HavaiáKel [Dios] Olam [“mundo”, en el sentido de espacio y tiempo].4

Como está explicado en Jasidut, la frase Kel Olam significa que Dios y el mundo son en verdad lo mismo. En Idish el dicho que refleja esto es: Got is altz, altz is Got (Dios es todo, todo es Dios).5 Durante nuestros años en el exilio de Egipto, no fuimos capaces de expresar verbalmente este aspecto esencial de nuestra fe.

La verdadera libertad de palabra es llamada en Cabalá: לִיבָּא לְפּוּמַא גַלְיָא , liba lepuma galia, lo que significa que “la parte más íntima del corazón se expresa a través de la boca”. Por eso, la noche del seder debemos hablar mucho de la historia de nuestra redención de Egipto, y relatarla recordando los milagros que sucedieron. En pocas palabras, hay algo especial acerca de la festividad de Pesaj que tiene que ver con expresar verbalmente la obra y los milagros de Dios.

De acuerdo con el Sefer Ietzirá, el alfabeto hebreo de 22 letras se divide en tres grupos de 3, 7 y 12 letras. Las tres letras ( א, מ, ש ), corresponden a las estaciones del año verano, invierno y otoño-primavera. Las siete letras ( ב, ג, ד, כ, פ, ר, ת ) corresponden a los días de la semana. Y las doce letras ( ה, ו, ז, ח, ט, י, ל, נ, ס, ע, צ, ק ) corresponden a los meses del año, según este orden. Como Nisán es el primer mes del año, corresponde a la letra hei, ה.

Fonéticamente, la hei es considerada la más simple, es simplemente aire pasando libremente y por eso es considerada el origen del habla. Su valor numérico, 5, alude a los 5 orígenes del habla en el cuerpo humano (la garganta, el paladar, la lengua, los dientes y los labios) con los cuales se forman las otras letras. La Hagadá tiene 15 etapas. La quinta, correspondiente a la hei, se llama Maguid, el relato de la historia del Éxodo, que incluso comienza con el nombre mismo de la letra: הֵא לַחְמָא עַנְיָא , Ha lajma aniá, “este es el pan de la pobreza”. Así, hay muchas cosas en esta festividad que tienen que ver con el habla. La festividad finaliza el séptimo día con el canto de alabanzas entonado por Moshé y el pueblo judío en las riberas del Mar Rojo, siendo que el canto es la más sublime forma de hablar.

Lo que estamos tratando de identificar son las tres funciones diferentes del habla. Para poder alcanzar este estado, como con los otros poderes del alma, nuestro sentido del habla debe ser pulido y rectificado. Veremos ahora las tres etapas requeridas para conseguir esto.

Palabra de Agradecimiento

Comenzamos observando la tribu de Israel que corresponde a este mes: Iehudá. Fue el cuarto hijo de Lea; cuando nació su madre dijo: “esta vez agradeceré a Dios” y lo llamó Iehudá, que significa “dar gracias”. Claramente, saber cómo agradecer es un elemento del habla rectificada. De hecho, como veremos, es la primera etapa del proceso triple de corregir nuestro sentido del habla.

La primera palabra que dice un judío al despertarse por la mañana es modé, que significa “agradezco”. Es la primera palabra articulada expresando gratitud al Todopoderoso por devolvernos el alma a nuestro cuerpo. La oración completa que decimos es:

מוֹדֶה אֲנִי לְפָנֶיךָ מֶלֶךְ חַי וְקַיָם שֶהֶחֱזַרְתָּ בִּי נִשְמָתִי בְחֶמְלָה. רַבָּה אֱמוּנָתֶךָ

Modé aní lefaneja, Melej hai vekaiam, shehejzarta bi nishmatí bejemla, rabá emunateja

“Doy gracias ante Ti, Rey Viviente y Existente, por has devuelto mi alma dentro de mí con compasión. Grande es Tu Fe”

La expresión finaliza con la palabra “fe”, una hermosa alusión a lo que acabamos de explicar: el habla expresando nuestra fe.

El primer clásico de ética del pensamiento judío es una obra titulada “Las Obligaciones del Corazón” ( חובת הלבבות , jovat halevavot). En ella el autor explica que el comienzo de la rectificación de nuestra moralidad es agradecer. Si una persona no reconoce o agradece el bien que se le ha hecho, su moralidad no puede ser rectificada.

La palabra modé también puede significar confesar la verdad. Un corazón no rectificado es el que no reconoce o confiesa que otra persona tenga la razón, porque siempre siente que debe tenerla. Explican los sabios, que al darle el nombre a Iehudá, Lea fue la primera en confesar y reconocer la bondad que se le había conferido. En efecto, la matriarca tenía espíritu de profecía y sabía que Iaakov tendría 4 esposas y 12 hijos, y por lo tanto cada una tendría que tener 3 hijos. Pero cuando dio a luz a su cuarto hijo Iehudá, confesó que tuvo más de lo que merecía.

De hecho, todo lo que recibimos en la vida es más de lo que merecemos, y por eso debemos reconocer la benevolencia que hay en ello. El propio Iehuda, fiel a su nombre, es famoso por confesar lo que por lo menos aparece como una conducta inmoral de su parte, en la historia de su relación con su nuera, Tamar.6

Cuando rezamos ante Dios, las palabras que decimos son a la vez agradecimiento, reconocimiento de la verdad y confesión de los errores que hemos cometido. Como dicen los sabios, el estado ideal del ser es cuando la persona está rezando a Dios en todo momento del día, y así está expresando estos tres aspectos del agradecimiento en el habla. El personaje que mejor ilustra este estado es el Rey David, motivo por el cual sus Salmos conforman la mayor parte de nuestras plegarias.

Palabras de Torá

Vayamos ahora a otro aspecto del habla, que conforma la segunda etapa de este proceso de fortalecimiento.

Preguntan los sabios ¿por qué tenemos una sola boca? De todo lo demás tenemos dos: ojos, oídos, etc. ¿Cómo puede ser que usamos la misma boca para comer, beber, hablar de asuntos mundanos y decir palabras de Torá? Esto está implicando que nuestra verdadera esencia interior es decir palabras de Torá.

La Torá es la rectificación de que Adam haya comido del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. La consecuencia de ese pecado fue la introducción del ego y el egoísmo en la psiquis humana. Es muy difícil para la persona negar su egocentrismo por completo; sólo los grandes tzadikim fueron capaces de hacerlo. Pero, de todas maneras, decir palabras de Torá nos permite disociarnos de nuestro egoísmo, aun cuando no lo podamos erradicar del todo.

La Torá, por su propia naturaleza, se supone que debe ser expresada verbalmente, como lo establece el verso: “Porque ellas [las palabras de Torá] son vida para aquellos que las dicen”7 Al hablar palabras de Torá, nuestra boca tiene el poder de purificar la realidad. En el Sefer Ietzirá, el habla es también llamada “el pacto de la lengua”. Como el pacto de la circuncisión, a la lengua se le dio el poder de separar la impureza del mundo y eliminarla.

Palabras de Liderazgo

En la Mishná8 aprendemos que el mes de Nisán es el Año Nuevo de los Reyes. Dice la Torá que el rey rige a través de su poder de hablar: “Porque la palabra del rey es su soberanía”.9 Basándose en este verso, los sabios dicen que:

אַמַר מַלְכָּא, עֲקַר טוּרָאamar malca, akar tura

“Cuando habla el rey, arranca una montaña.”

La palabra de un rey tiene un tremendo poder físico.

En el lenguaje de los sabios el líder es llamado דבר , daber, “orador”. Los sabios nos enseñan que en cada generación hay un orador (líder) y no dos. Más que cualquier otro individuo, el rey es capaz de inspirarnos a hacer grandes actos y desde Moshé en adelante, hasta más recientemente el Rebe de Lubavitch, todos nuestros reyes transmitieron una tremenda fe y confianza con sus palabras.

Dicen también los sabios que todo judío es por cierto un rey, dando a entender que cada uno de nosotros puede alcanzar un estado donde nuestras palabras tienen un impacto sobre la realidad, y más importante aún, tiene cualidades de liderazgo que pueden llevar a enmendar la realidad. Pero, para poder tener ese poder nuestro discurso debe expresar nuestra fe esencial, tal como habla el rey de Israel. En el último discurso que ofreció el Rebe de Lubavitch, nos exigió que nos convirtamos en reyes, alentándonos a conducir a la realidad hacia la era mesiánica.

Sumisión, Separación y Dulcificación

El objetivo general del habla es ser capaz de liberar y expresar nuestra fe. Esto se logra a través de la rectificación de nuestro verbo con los tres tipos de palabras nombradas. El Baal Shem Tov nos enseñó que todo proceso (en nuestro caso la liberación de la fe a través del habla) tiene que tener tres etapas, que son: sumisión del mal, separación y finalmente dulcificación (de lo amargo).

La primera etapa de sumisión corresponde aquí a la capacidad de reconocer la verdad y admitir estar equivocado. Esta es la esencia de la sumisión como humildad dicha y expresada con palabras de agradecimiento y reconocimiento.

El propósito de la Torá es distinguir entre lo que está permitido y lo que no. Por lo tanto, decir palabras de Torá es un proceso de separación, separando el mal del bien, y en nuestra psiquis, disociándonos de nuestro egocentrismo.

Las palabras de liderazgo son la tercera función del habla. Inspiran a los oyentes con el carisma que tiene todo rey. En hebreo hay una expresión: “Abre tu boca y tus palabras brillarán”10 Esto está basado en la noción de que las palabras tienen el poder de iluminar la realidad. Entonces, las palabras son “la luz de la boca”,11 implicando que tienen por cierto el poder de curar, esto es, endulzar lo amargo.

Endulzando las Hierbas Amargas

Estas tres etapas de rectificación de nuestra palabra se consiguen a través de los tres componentes básicos del Seder de Pesaj: el cordero de Pesaj (el sacrificio especial que se come en la primera noche [sólo cuando el Gran Templo Sagrado de Ierushalaim está en pie]), la matzá, y las hierbas amargas, ( פסח מצה ומרור , Pesaj, matzá umaror). En la Hagadá leemos que quien no mencionó estas tres mitvot del Seder de la noche no cumplió con su responsabilidad.

El cordero de Pesaj es llamado simplemente Pesaj. Como notamos antes, esta palabra significa hablar (“la boca parlante”). En el Zohar, la matzá es llamada “el alimento de la fé”.12Las hierbas amargas son ingeridas de tal manera que podamos revivir la dura realidad y la amargura de la mayoría de los actos de la vida que tuvieron nuestros ancestros en Egipto. Por eso, según este orden el cordero de Pesaj, la matzá y las hierbas amargas corresponden al habla, la fe y la acción. Con respecto al habla propiamente dicha, sabemos que el acto de hablar implica el movimiento de los labios, y por eso, en la Halajá es considerado una acción. Entonces, los tres, la fe, el habla y la acción, se relacionan con el acto y el propósito del habla.

En hebreo, la suma de la guematria de estas tres palabras אֱמוּנָה (emuná, fe, 102), דִבּוּר (dibur, habla, 212), y מַעַשֶׁה (maasé, 415) es 729, que es también el valor numérico de la suma de las tres palabras פֶסַח (Pesaj, 148), מַצַה (matzá, 135), y מַרוֹר (maror, hierbas amargas, 446). Esta ecuación establece una equivalencia esencial entre estos dos conjuntos de palabras. 729 es también 27 2 (= 9 3 = 3 6), implicando que, como todos los números cuadrados (y las potencias perfectas) constituyen una integridad en la reunión de estos grupos de palabras (especialmente porque cada uno contiene 3 elementos, y 729 es una potencia de 3).

Hasta la reconstrucción del Templo Sagrado de Ierushalaim, con la llegada del Mashíaj, no podemos ofrecer el sacrificio del cordero como es requerido por la Torá, y no podemos cumplir con nuestra responsabilidad en lo que respecta al habla. Por eso en nuestros días, el pesaj es puramente “la boca parlante”. El precepto de comer matzá lo cumplimos exactamente como lo requiere la Torá. La mitzvá de comer hierbas amargas es hoy sólo un precepto de los sabios, porque de acuerdo a la ley de la Torá Escrita se nos exige comer hierbas amargas sólo junto con el cordero (que no tenemos actualmente). Entonces, cada una de las tres mitzvot tiene un status diferente.

Nuestra fe perfecta en Dios –la matzá– es exactamente la misma como era en la época de nuestros patriarcas y en la Entrega de la Torá. Al expresar verbalmente nuestra fe, a través de nuestra percepción especial del Shemá, “Oye Israel, Havaiá es nuestro Dios, Havaiá es Uno”, logramos el nivel de separación (de Israel respecto a las naciones) dentro del habla. La matzá entonces corresponde a la función del habla de revelar la Torá en el mundo, y por eso en nuestras plegarias la lectura del Shemá es considerada como la Torá dentro de la plegaria.

Las hierbas amargas, maror, corresponden a la sumisión dentro del habla. Nos recuerdan la dureza de la servidumbre en Egipto. El éxodo transformó nuestro estado físico y nuestro sentido psicológico de la servidumbre en el compromiso de servir, en sumisión y humildad, al Dios Uno de Israel, nuestro redentor de la esclavitud. Esta experiencia de transformación de la esclavitud foránea (en las palabras de los sabios, de ser “un esclavo de un esclavo”) a ser siervos de Dios (y de nadie más) es realmente dulce y edificante.

Pero, mientras estemos en el exilio, antes de la redención final con la llegada del Mashíaj, no podemos experimentar la transformación a pleno. Sin embargo, podemos reconocer y dar gracias a Dios por la redención de Egipto con la certeza de que mereceremos muy pronto darLe gracias también por la redención final. El maror sigue sabiendo amargo en nuestras bocas y el recuerdo de nuestra esclavitud sigue amargando nuestras conciencias (especialmente cuando es expresada con palabras). De todas maneras, podemos experimentar la transformación en parte, por eso comer el maror es todavía parte de nuestra celebración festiva de Pesaj.

El cordero de Pesaj, la “boca parlante” esencial, corresponde a la dulcificación absoluta del habla, al habla del verdadero líder. Hasta que no aparezca el verdadero líder, el Mashíaj, sólo podemos hablar acerca de este nivel del habla, a la expectativa de la llegada del líder, pero no “consumirlo” realmente como una entidad tangible, un sacrificio físico que puede ser comido.

Podemos ver ahora que el orden de Pesajmatzá y maror de la Hagadá, es en realidad al revés de sumisión, separación y dulcificación. En nuestro servicio a Dios comenzamos con la acción (maasé, que en hebreo implica esforzarnos, porque no viene fácil) del maror que nos da la fortaleza de carácter (el coajmá o bitul, la auto anulación de la matzá, el pan ázimo que sigue a la sumisión, hajnaá, del maror) para expresar nuestra fe a los demás con la matzá, sin avergonzarnos, y finalmente manifestar nuestra chispa interior de liderazgo (nuestra chispa personal de Mashíaj), con el cordero de Pesaj. Este orden es de abajo hacia arriba.

Pero al mencionarlos verbalmente en la noche del Seder comenzamos por el final –“lo último en la acción es lo primero en el pensamiento”- de arriba hacia abajo, para poder inspirarnos y asegurarnos que el final, la revelación del Mashíaj, es inminente. Cada nivel superior inspira al inferior, el pesaj inspira a la matzá y esta al maror. Así nos acercamos a la experiencia de la transformación completa de toda la amargura de nuestras vidas en la dulzura de servir inspirados a Dios Único con un corazón amoroso perfecto (el servicio sin inspiración es sólo por temor), porque “no hay un servicio más grande que el servicio del amor”.

Notas

1 Éxodo 26:5 y 36:12

2 de hecho, en otro lado discutimos una serie de números llamada los números del Maguén David definida por la ecuación: n = 12 n +1, donde n es el número Maguén David de n y n es la suma de los números enteros desde 1 hasta n, o sea el triángulo de n

3 Salmos 116:10.

4 Génesis 21:33

5 Esta frase no significa que el judaísmo ve a Dios como lo ve un panteísta, pero esta diferencia está fuera del alcance del presente artículo.

6 Génesis 38:26

7 Proverbios 4:22 como lo interpretan los sabios en Eruvim 54a.

8 Rosh Hashaná 1:1

9 Eclesiastes 8:4

10 Berajot 22a

11 En hebreo, las letras que forman la frase “luz de la boca” ( אור פה , or pe) también forman la palabra “curar” ( רפואה , refuá).

12 III, 183b.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *