CABALÁ PRÁCTICA FRENTE A LA FE SIMPLE

Del Libro “Or Israel”, “La Luz del Israel” – Historias del Baal Shem Tov

Por el rabino Itzjak Ginsburgh

En el tratado de Talmud de Julín 105:2 dice: Rav Jisda y Raba bar Rav Juna viajaban en barco. Una mujer les dijo: «¡Siéntenme con ustedes!» Ellos no la sentaron. Ella dijo una palabra (de brujería) y detuvo el barco. Ellos dijeron una palabra, y lo liberaron.

Y el Baal Shem Tov dijo que en lugar de usar la palabra «milta«, «palabra», originalmente se escribió » milat«, que es un acrónimo del verso de la Torá «Majaashefah ltejaiun («[Y] bruja, no dejarás vivir”, [Éxodo 22:17] y ocurrió la maravilla. Y verificaron en un manuscrito muy antiguo del Talmud, que estaba escrito en pergamino, y encontraron que allí estaba escrito «milat«, en vez de “milá”.

De la recopilación de Historias del Baal Shem Tov: Likutei Sipurim, página 21

La raíz del problema

La versión del Talmud a la que se refería el Baal Shem Tov era muy antigua. Un Talmud que está escrito en pergamino ciertamente precedió a la era de Rashi, quien ofreció dos explicaciones diferentes sobre la versión aceptada:

De acuerdo con la primera explicación, los sabios en la historia dijeron una contra-palabra de brujería a la palabra con la cual la bruja había detenido el barco. Es cierto que la Torá prohíbe la brujería, pero para salvar sus vidas, lo consideraron permisible.

Según la segunda explicación de Rashi, los sabios dijeron un Nombre Sagrado de Dios, anulando así la influencia de la brujería.

El Baal Shem Tov no estaba satisfecho con las explicaciones de Rashi. Según el Baal Shem Tov, usar los Nombres de Dios, lo que se conoce como Cabalá práctica, no es el camino correcto a seguir.

Decir un Nombre Sagrado de Dios no desarraiga el fenómeno indeseable desde su raíz. A lo sumo anula la influencia de la brujería, o incluso mata a la bruja, pero el espíritu de impureza permanece. El poder prohibido de la brujería sigue existiendo en el mundo.

Pero con la Torá se realiza una acción que llega verdaderamente a la fuente. Cada verso en la Torá es la fuerza vital de todo lo que describe. Si se emplea un verso que alude a un decreto que anula y elimina una realidad determinada, el asunto en cuestión desaparecerá completamente del mundo.

Un erudito de la Torá que está inmerso en la Torá y cumple verdaderamente cada una de sus palabras puede tomar medidas que evocarán resultados tangibles ordenados por la Divinidad. Por lo tanto, cuando los sabios repitieron las palabras del verso de la Torá: “Una bruja, no dejarás que viva”

(מְכַשֵּׁפָה לֹא תְחַיֶּה)provocaron la anulación absoluta de la brujería que se estaba utilizando.

Fe Simple

Muchas historias de Baal Shem Tov desaprueban el uso de los Nombres de Dios. El siguiente es un ejemplo, del libro del Rebe de Kamarna, Notzer Jesed:

Y nuestro maestro, el Baal Shem Tov, relató que cuando aún era joven, su maestro superior, el profeta Ajiá Hashiloní, le enseñó a usar todos los Nombres, a entenderlos y enseñarlos. Y como era joven, quería ver si tenía el poder de afectar algo con los Nombres. Y puso un trozo de tela en el río Dniéster y cruzó el río pronunciando uno de los nombres.

Posteriormente, el Baal Shem Tov se arrepintió de este acto toda su vida, ayunando muchos ayunos para rectificar esta mancha. La última rectificación tuvo lugar mucho más tarde, cuando fue perseguido por los ishmaelitas y tuvo que cruzar con urgencia el Dniéster. Lo hizo sin pronunciar un Nombre, acudiendo estrictamente a su gran fe en el Dios de Israel.

En varios lugares se dice que en los muchos amuletos que el Baal Shem Tov escribió para la gente no usó los Nombres sagrados, como generalmente se hace. Según una versión, dejaba el pergamino vacío. Otra versión dice que escribía su propio nombre en los amuletos.

El Baal Shem Tov no quería ningún intermediario entre él y Dios, y también inculcó esto en sus discípulos. Incluso los nombres sagrados son intermediarios o herramientas. Una persona que cree con fe simple y completa en Dios no necesita herramientas. Todo lo que tiene que hacer es creer en Dios y suplicarle, como se dice en los Salmos (37:5): «Comprométete con Dios, confía en Él y Él lo hará».

Tal vez por eso se llamó así al Baal Shem Tov (Amo del Buen Nombre), y no solo Baal Shem (Amo del Nombre) como los tzadikim ocultos que lo precedieron, que fueron llamados así para ilustrar su pericia con los Nombres sagrados y sus poderes para sanar y hacer salvación a través de esos Nombres.

Quien no tiene nada más que su conexión con Dios merece un buen nombre. Su propio nombre ilumina y funciona como un santo Nombre de Dios.

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