CÓMO LLEGAR A CONOCERNOS

De la clase del Rabino Ginsburgh, 27 de Kislev 5773 – 11 de Diciembre 2012


Parashat Miketz se encuentra en el corazón de la historia de suspenso cargada de acción de Iosef y sus hermanos. El héroe de la historia, Iosef el justo, pasa de ser un esclavo oprimido en el señor todopoderoso de Egipto, y sus hermanos, que en el episodio anterior lo vendieron como esclavo, se le acercan con gran sumisión, pero Iosef idea un complot en su contra, acusándolos de espionaje.


Del odio al amor


En nuestra situación actual, el pecado del odio y la discordia dentro del pueblo judío es nuestra mayor caída. Al igual que el odio ardiente de los hermanos de Iosef que casi resultó en el derramamiento de sangre, que sólo pudo resolver cuando el odio se convirtió en amor, así también la armonía entre nuestra gente se puede restaurar y solucionar el odio por medio del amor fraterno y la verdadera unidad entre nuestra gente. Este es el significado de la profecía de Iejezkel que “el árbol de Iosef” y “el árbol de Iehudá” se convertirán en “un árbol”.


Iosef tomó la responsabilidad de rectificar el odio por medio de la compleja trama que elucubró. Al igual que un productor talentoso, llevó a sus hermanos paso a paso hasta que admitieron su pesar por su venta y se hicieron cargo de su hermano Biniamín, reconociendo que se trataba de la expiación por sus pecados de vender a Iosef como esclavo. Iosef conservó su máscara de dureza hasta que sintió que el momento era propicio para reunir a toda la familia.


Para resolver el odio no es suficiente hacer declaraciones verbales de amor eterno. Tenemos que comprender el núcleo de la raíz del odio con el fin de transformarlo en amor.


El odio de la incomprensión


¿Por qué sus hermanos realmente odian a Iosef? ¿Acaso no fueron las raíces del alma de las tribus de Israel divinamente ordenadas, y seguramente cada uno de ellos era “compasivo, tímido y hacedor actos de bondad”, las cualidades positivas asociadas con cada judío? Entonces, ¿cómo fue que se llegó a un nivel de odio tan intenso hacia su propio hermano?


El odio es un resultado de la falta de entendimiento y aprecio real del otro individuo. Este fue el caso de Lea, que era “odiada” por Iaacov, porque no apreció su actitud oculta y teórica de vida, a diferencia del enfoque de terrenal revelado por Rajel, a quien amaba y entendía en la misma longitud de onda, por así decirlo. Este fue también el caso de Iosef y sus hermanos. Iosef era simplemente un enigma incomprensible para ellos. Según la interpretación literal de la Torá, Iosef su hijo menor el favorito de Iaacov, él lo mantuvo al día de lo que estaba pasando entre sus hermanos, sus extraños sueños no se encontraban dentro de los preconceptos de sus hermanos acerca de qué hermano era el líder y además se destacó por su vestimenta especial. La variante de la propia filosofía de vida de Iosef era incomprensible para ellos y eso se convirtió en el odio hacia él, un odio que se fue amplificando e inflamando por sí mismo.


Pero desde un punto de vista más profundo, el odio de los hermanos de Iosef no fue a causa de los antes mencionados parámetros externos discordantes, los cuales están conectados a la cuestión completamente diferente y mucho más importante respecto a nuestro propósito en la vida y cómo servimos a Dios. Jasidut nos enseña que hay una diferencia intrínseca entre el nivel del servicio Divino de Iosef y la de sus hermanos. Iosef era capaz de descender a cualquier lugar y seguir siendo justo de principio a fin, absolutamente fiel a su origen. Incluso en las profundidades de la desesperación, Iosef pudo bajar la luz desde arriba – como las velas de Jánuca que iluminan la noche oscura.


Parece como que el pozo donde cayó Iosef se hacía cada vez más profundo: primero fue arrojado a un pozo lleno de serpientes y escorpiones, y luego descendió a Egipto, donde fue arrojado enseguida a la cárcel (también conocida como “hoyo” en el Torá), pero por más profundo, oscuro y aterrador que el pozo se convirtió, no impidió a Iosef seguir erguido, reavivar su vitalidad y lograr iluminar la oscuridad del pozo (en contraste con Iehudá, que además de “descender” de sus hermanos, también perdió de vista toda la luz hasta llegar a tocar fondo, hasta que reconoció su descenso y se elevó por encima de él). Este tipo de servicio está muy lejos del sendero de los hermanos de Iosef quienes supieron allanar su camino en el mundo físico haciendo su parte (como el pastoreo de sus rebaños) y aun así permanecer conectados a Dios, pero no sirvieron como representantes de su causa, no actuaron como shlujim que salen afuera e influyen en otros lugares.


La clave, por lo tanto, de toda manifestación de odio reside en nuestra incomprensión del otro. Uno odia a alguien porque realmente no lo entiendo, es diferente y me resulta muy difícil comunicarme con él, tanto es así que de una manera u otra lo percibo como una amenaza a mi propia existencia. Esta es la fuente de la alienación entre diferentes facciones sociales, lo que se traduce en la mala calidad en las relaciones humanas y, obviamente, esta es incluso la causa de la discordia matrimonial.


Rectificación: el aprecio verdadero


Puesto que el odio es el resultado de la incomprensión, una falta de apreciación y entendimiento del verdadero ser del otro, su rectificación debe venir a través de un verdadero conocimiento y apreciación. De hecho, el primer contacto de Iosef con sus hermanos después de veintidós años de separación se describe así: “Iosef vio a sus hermanos y los reconoció, pero él se hizo extraño a ellos y les habló con dureza… y Iosef reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron”.


El hecho de que Iosef reconoció a sus hermanos fue el principio de la rectificación. Incluso si Iosef erró el tiro cuando habló mal de sus hermanos a Iaacov hace tantos años, ahora los reconoció y apreció como debía y poco a poco los educó para que lo aprecien a él también. En efecto, se vuelve claro que hay un tipo de apreciación profunda, que es más profunda que el simple reconocimiento superficial. Por ello, en un primer momento Iosef no podía revelar su verdadera identidad a sus hermanos, porque en ese momento el conocimiento habría sido una pieza superficial de información que no hubiera podido romper el muro de alienación entre ellos. Iosef se dio cuenta de que tendría que llegar a una verdadera y profunda apreciación, lo que conduciría a la comprensión mutua y el amor.


Información superficial


En nuestra meditación sobre la verdadera apreciación, en primer lugar debemos señalar que en términos de la dimensión interior de la Torá, el reconocimiento corresponde a la sefirá de conocimiento, como en el uso regular del término “conocimiento”, como saber/reconocer a alguien o algo.


Cualquier cosa a la que dirigimos nuestras mentes a cualquiera puede seguir siendo algo externo a nuestros sentidos o puede alcanzar una dimensión más profunda. El conocimiento más exterior es lo que denominamos realidad, estamos en la “era de la información” en la que tenemos fácil acceso a una enorme cantidad de información sobre cualquier tema bajo el sol, sólo hace falta “googlear” la palabra correcta. ¿Pero el auge de la información ha hecho que la gente sea moralmente mejor? Obviamente, la información es una herramienta poderosa y podemos hacer muchas cosas buenas con ella, pero este tipo de conocimiento no es esencialmente bueno a menos que afecte a la persona que la sabe de tal manera que llegue a cambiar para mejor.


Equiparar el aumento del conocimiento con el mejoramiento de la humanidad ha llevado a algunos a convertirse en adictos a recopilar cada vez más información, un homenaje a alguien que sabe más que ellos sobre un tema en particular (su computadora, por ejemplo). La verdad es que, obviamente la redención de la humanidad no vendrá como resultado de convertirse en una base de datos que todo lo abarca y la visión del fin de los días es que el hombre no se instalará con un microchip personal y una conexión a internet. Muy claramente, las relaciones humanas refinadas no son una función de la información superficial como tal. Yo puedo saber muchas cosas acerca de otra persona, desde sus aficiones hasta su información médica, pero seguiré sin entenderlo o apreciarlo hasta que comience a interactuar con él cara a cara.


El conocimiento superficial me pone en contacto con los hechos evidentes externos de la persona u objeto de mi interés y por lo tanto, mi alma participa de manera similar sólo en su nivel más superficial, sin ninguna participación real y emocional profunda. Una relación construida exclusivamente de esta información tipo “menú” se conoce en el jasidismo como “espalda contra espalda”.


Conocimiento interno


En efecto, más allá de los hechos desnudos de la información se encuentra un conocimiento mucho más profundo, con el cual la propia alma puede interactuar y a través del cual entrar en contacto con los niveles más profundos del alma del prójimo. Cuando comienzo una nueva amistad con una persona o con un nuevo campo de conocimiento, debo familiarizarme con todos los hechos que pueda recolectar, y al mismo tiempo abocarme a absorber la esencia que está más allá del mar de datos.


Jasidut se refiere al conocimiento interno como “percepción” (הרגש ) y nos enseña que se puede aspirar al conocimiento último de lo Divino al meditar en los aspectos más profundos de nuestro conocimiento de Dios y percibirLo de una manera que es inexpresable en palabras; llegar a un nivel tan profundo de conocimiento resulta en una auténtica conexión entre el sujeto que conoce y el objeto de su conocimiento. De esta manera, mi conocimiento de Dios ya no es más otro gigabyte de datos en mi microchip, sino una relación profunda y vital con Dios mismo.


En las relaciones humanas sucede lo mismo, amar a alguien no se basa en confiar en la información que tengo de él, sino apreciarlo internamente, de manera tal que se disipa el odio y surge un amor profundo que emerge por mutua voluntad. Con una mirada superficial de reconocimiento puedo disfrutar de toda la información que necesito, pero sé y siento que la fuente inconsciente del ser está más allá de todo lo que veo y sólo conectándome a ti a ese nivel puedo realmente comenzar a entenderte, tanto es así que con el tiempo, mi conocimiento se manifiesta como compasión, dando lugar a un profundo sentido de identificación contigo. El verdadero amor comienza a partir de la decisión inicial de no permanecer en el ámbito de la información, sino sentir verdaderamente compasión por el otro, y por el poder de éste mérito llegar a un conocimiento interno que permita el acceso al verdadero ser interior del otro.
[En términos cabalísticos: en la estructura de las diez sefirot, la sefirá de conocimiento está por encima de la sefirá de belleza y de hecho constituye su alma interna, el atributo de compasión. El objetivo específico de relacionarse con la realidad a través de la compasión nos permite alcanzar la cualidad interna de conocimiento en un proceso de retroalimentación de descenso, ascenso y descenso una vez más. El aspecto externo de conocimiento desciende a la belleza-la compasión, y por el poder de este descenso es capaz de regresar y alcanzar la cualidad interna de conocimiento (“percepción”), y desde allí continúa elevándose a la corona, es decir, el poder supraconciente del alma, entonces desciende una vez más a la otra persona, que se representa en la sefirá de reinado.]


Conocimiento esencial, apreciación y el matrimonio


Habiendo comprendido la diferencia entre el conocimiento informativo y el aprecio verdadero, ahora podemos elevarnos a un nivel aún más elevado. La apreciación interior refleja una estrecha interacción entre mi yo interior y el yo interior del otro, por lo que puedo entenderlos e identificarme con ellos con mi propia “percepción” que tengo de ellos. Pero esto sigue siendo un encuentro entre dos personas diferentes, aunque cara-a-cara, que depende de un proceso de escuchar, interiorizar sus sentimientos y profundizar en mi propia identificación con ellos.

Por lo tanto, por más profundo que pueda penetrar mi conocimiento interior de la otra persona, sigue habiendo una distancia que no se puede salvar, que se manifiesta si el otro está en las profundidades de la desesperación, totalmente separado de su relación conmigo. 
Cuando una persona pierde su voluntad de vivir una vida fructífera y productiva, la línea de comunicación entre nosotros se puede perder y no podré encontrar una manera de conectarme con él. En tal caso, toda la compasión y la empatía que soy capaz de tener no serán suficientes para atravesar ese abismo. Este individuo ha perdido el conocimiento de su ser interior y que puede ser definido por el dicho, “A quien no tiene comprensión, está prohibido tenerle compasión”, y mi conocimiento de él ya no podrá acceder a su ser interior.


[En términos cabalísticos, el conocimiento desciende al reinado mientras está en el reino del Mundo de Emanación, la fuente de todas las almas judías, pero no tiene conocimiento de cómo descender a la persona perdida que ha descendido a los mundos inferiores.]


Sin embargo, hay otro tipo de conocimiento – el auto-conocimiento esencial. Al tomar conciencia de mi propia esencia, simplemente me siento a mí y a la otra persona como una unidad, y así como yo me comprendo mejor que nadie, así entiendo el otro, a través de un sentido de unidad total. Este tipo de conocimiento es capaz de salvar cualquier diferencia que pueda haber sido violada entre dos personas. A través de ese conocimiento me doy cuenta, no sólo de su fuente oculta, su supra-consciente, sino que además puedo llegar directamente a su raíz más profunda, para tocar el infinito donde tú y yo estamos totalmente unidos. Al revelar el vínculo esencial “no local” entre nosotros puedo llegar a donde quiera que estés. Incluso si te has degradado hasta lo más profundo, y parecería que todo está perdido, sin embargo “si he llegado a lo más bajo, Tú estás aquí”, en las profundidades de la desesperación se puede revelar la conexión inherente con Dios que nunca se puede perder.


Aquí también, la capacidad de llegar a este punto de esencial autoconocimiento, el conocimiento en el sentido más profundo posible, parte de una clara decisión de descender hacia el otro hasta el común denominador más bajo posible – esta fue la motivación de Iosef al concretar todos sus grandes sueños. Esta motivación nos permite interactuar en el nivel más bajo, pero también elevarnos desde ese punto para descubrir el más verdadero, el punto más esencial del conocimiento para luego descender una vez más para tener lograr la manifestación de esa unidad en la práctica.


[En términos cabalísticos, Iosef “estiró la cuerda del arco” y descendió del conocimiento a fundamento y a su cualidad interna de verdad. Por el poder de este descenso se elevó y regresó no sólo hasta el punto interior del conocimiento, sino hasta la esencia del conocimiento, el reconocimiento y el aprecio e incluso más alto todavía hasta la corona y de ahí hasta el infinito, y al hacer esto volvió a descender no sólo hasta el reinado en el mundo de la Emanación, sino también hasta el reinado que desciende en los tres mundos inferiores de Creación, Formación y Acción.]


El reconocimiento de Iosef de sus hermanos fue este tipo de auto-conocimiento esencial. A esto se refiere a la interpretación de Rashi: “Cuando fueron entregados a él, reconoció que eran sus hermanos y tuvo compasión de ellos, aunque cuando cayó en sus manos no lo reconocieron como que tratarlo con amor fraternal”. De aquí aprendemos que el verdadero reconocimiento se manifiesta como compasión y amor. Este nivel de compasión es capaz de llegar incluso a los que se han distanciado por completo de cualquier conexión -los hermanos no actuaron amorosamente con Iosef pero Iosef siente compasión por ellos. Este es un nivel profundo de conocimiento interno de que incluso una relación cara a cara es incapaz de lograr.

Pero aún hay más para aprender de la actitud de Iosef. El concepto de reconocer alude al enlace matrimonial entre esposo y esposa, como se alude en las palabras de Ruth con Boaz “¿Por qué he hallado gracia a tus ojos como para que me reconozcas, a pesar de que soy una extraña?” Por cierto, estos mismos tres niveles de reconocimiento pueden manifestarse en una relación marital:


– A través de un conocimiento superficial se puede tener una relación relativamente superficial que incluye una lista de derechos y obligaciones, lo que debo hacer por ti y lo que tú debes hacer por mí (espalda con espalda).


– Cuando el reconocimiento interno está presente, hay un verdadero amor entre la pareja y cada uno comprende al otro y realmente se identifica con él/ella (cara a cara).


– Un conocimiento esencial del otro se manifiesta en un sentido de unidad absoluta que llega a abarcar incluso un cónyuge que sigue distanciado y separado de su pareja para conectarse a ella con un vínculo esencial, un vínculo de matrimonio. Esta es una relación cara con espalda que con el tiempo lleva a el que da la espalda al otro a darse vuelta y enfrentarlo con amor verdadero.


El secreto de Iosef era aspirar a este tercer nivel de “reconocimiento esencial” para cerrar la brecha entre él y sus hermanos, por medio de entenderlos verdaderamente hasta alcanzar un verdadero entendimiento mutuo. De hecho, los sabios explican que Rajel se refirió a este talento cuando dijo en el nacimiento de Iosef: “Que Dios me agregue otro hijo”. Este fue el talento de Iosef de transformar a un “otro” en “un hijo”, a través de reconocerlos mientras estaban alejados todavía de él.


Como se mencionó anteriormente, la rectificación consumada del odio será producirá cuando el proceso de conexión de todas las tribus de Israel se haya completado. Cuando nos conozcamos y apreciemos unos a otros desde un punto de reconocimiento interno y un entendimiento esencial, entonces vamos a merecer la redención final.

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