EL LIBRO DEL LLAMADO

La Perashá de la Semana 

El Llamado Divino

El significado del nombre del tercero de los Cinco Libros de Moisés que comenzamos a leer esta semana, Vaikrá, es “Y (Dios) llamó”. Vaikrá es también el nombre de la porción de la Torá de esta semana, la primera del libro del mismo nombre. El libro anterior, Shemot, culminó con la terminación de la construcción del Tabernáculo; Vaikrá comienza con el servicio básico realizado en el Tabernáculo, la ofrenda de sacrificios a Dios. Antes de enumerar las leyes pertinentes a los sacrificios, Dios llama a Moisés a entrar al Tabernáculo. Nuestros sabios explican que dada la gran humildad de Moisés y su naturaleza rectificada, no iba a entrar sin ser llamado específicamente. En la siguiente meditación, hemos de echar una mirada a la naturaleza de este llamado y su conexión con el servicio de los sacrificios a Dios.

Se Prepara el Escenario

De la frase que abre las leyes de los sacrificios, podemos discernir inmediatamente el propósito subyacente de los sacrificios: “Cuando una persona ofrece un sacrificio de entre vosotros a Dios”. (Vaikrá 1:2) Parecería más apropiado insertar las palabras “de entre vosotros” luego de “persona”. Sin embargo, aprendemos de este orden específico de las palabras que cuando una persona trae un sacrificio, debe verlo en realidad como sacrificándose a sí mismo, ya sea completa o parcialmente según esté dictado por el tipo de sacrificio que se está ofreciendo, a Dios. Con este pensamiento en mente, el escenario está preparado para servicio completo de los sacrificios en el Tabernáculo.

La Conexión Llamado-Sacrificio

En hebreo la raíz de la palabra korbán, “sacrificio”, es kuf, reish, beit.

Esta raíz significa “acercarse”. El propósito del Tabernáculo es darnos la posibilidad de acercarnos a Dios y estar próximos a Su esencia e infinidad absoluta. Este es el mérito que Dios nos ha dado, la oportunidad de sacrificarnos a Él, acercarnos a Él en Su santuario.

La raíz hebrea para “llamar”, kará, es kuf, reish, alef. Ambas palabras comparten las dos primeras letras, kuf y reish. Sólo difiere la tercera, aunque son letras consecutivas, la primera y segunda letra del alefbet.

Descubriendo nuestra Misión

De esta secuencia aprendemos el orden apropiado de nuestro servicio a Dios. El primer paso para revelar nuestra misión es abrirnos a Dios para que podamos oír Su llamado. Antes de que podamos cumplir con nuestra misión debemos acercarnos a El, estar preparados para sacrificarnos a El. Aunque debemos estar preparados en nuestro corazón para morir en aras de Dios, brindamos a cambio una ofrenda. Esta ofrenda es nuestra esencia, sacrificada a Dios. Entonces podemos salir a cumplir nuestra misión en la vida. Cuando acercamos a otros a de Dios esta acción es llamada kiruv, que significa “acercar al otro”. Kiruv comparte la raíz con korbán, sacrificio. Cuando una persona oye el llamado de Dios y sale al mundo como su emisario, se vuelve la voz de Dios que entra en su interior, por así decirlo, e invita a otras almas a acercarse al Creador

La Capacidad de Distinguir Entre el Bien y el Mal

La primera especie de animales mencionados específicamente como sacrificios en esta porción de la Torá es la del ganado vacuno, bakar. El uso específico de esta raíz hebrea para vacuno en vez de otras formas de palabras más comunes nos lleva a una observación esclarecedora: la raíz hebrea bakar, bait, kuf, reish, es una permutación de la raíz korbán.

Esta raíz, bakar, también significa “la mañana” y más esencialmente “análisis crítico”, la habilidad de distinguir entre diferentes estados de la realidad. (Esto nos lleva a su vez a comprender el significado de la palabra boker, “la mañana”, el momento en que el amanecer nos permite distinguir entre estados de la realidad que previamente estaban en la oscuridad). Del hecho que bakar es la primera especie mencionada para el sacrificio aprendemos que el comienzo del acercamiento (karav) a Dios es la habilidad de discernir en uno mismo entre el bien y el mal, y desembarazarnos del mal. Esto es como si la estrella de “la mañana”, boker, comenzara a brillar en nuestra conciencia. No nos podemos acercar a Dios y sacrificarnos a El si no tenemos el poder del bakar.

El Ciclo de Abulafia

Toda raíz de tres letras diferentes tiene seis permutaciones posibles. En la lengua hebrea hay sólo siete ejemplos de palabras cuyas seis permutaciones crean raíces en el lenguaje hebreo de la Biblia. La raíz karav es una de ellas.

El antiguo maestro de la cabalá, rabí Abraham Abulafia meditaba sobre una raíz hebrea tomando sus permutaciones y contemplando el ciclo de imágenes que aparecían y desaparecían una después de la otra. De esta manera podía experimentar los diferentes significados como un flujo de la Conciencia Divina. Veamos las otras permutaciones de la raíz karav creando este ciclo de imágenes:

En cada grupo de seis permutaciones siempre hay por lo menos una con una connotación muy negativa si estuviera aislada. En nuestro ejemplo, la connotación más negativa es la de “sepulcro”, pero, sin embargo, cuando se entiende dentro del flujo del ciclo completo de permutaciones, se revela su positividad inherente.

El Ciclo Completo

Para poder “acercarse” (karav) a Dios y sacrificarse a El, se debe escuchar su llamado. Entonces se debe querer ingresar al “sepulcro” (kever) para enterrar el ego hasta que se “pudra” (rekev) completamente, y entonces resucitar para entrar al “corral” (rabak) como “ganado vacuno” (bakar) con el poder distintivo de “la mañana” y entonces por fin experimentar el esperado “rayo de iluminación” (barak), la nueva revelación de la unidad de Dios. A partir de allí podemos salir al mundo y convocar a los demás a acercarse a Dios. Cuando sacrificamos nuestra esencia, debemos estar prontos a morir y pudrirnos, pero debemos saber que la promesa final es la del rayo luminoso de la verdad, una nueva revelación Divina.

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