LA ABEJA Y LA ARAÑA

Hace muchos años había un conductor de carretas judío muy pobre. Trabajaba día y noche pero nunca pudo guardar un centavo. Ya no podía seguir viniendo a su casa y enfrentar a su mujer sin traer una moneda, por lo que decidió ir al Rebe en busca de ayuda. El consejo del Rebe fue: “Vuélvete un maguid”. Un maguid iba de pueblo en pueblo alentando a la gente a arrepentirse y esforzarse por seguir los senderos de la Torá).”¡Rebe!”, dijo shockeado el carretero, “cómo es posible que sea un maguid, nunca he hablado en público y no se nada de nada!”. El Rebe le dijo: “aseméjate a la abeja y no a la araña. La araña guarda y guarda y se queda con todo para sí misma; pero la abeja recolecta y entrega todo a los demás”. El carretero siguió el consejo del Rebe, y en su trabajo comenzó a escuchar lo que la gente sabia decía, luego lo entregaba a los demás como maguid. Eventualmente tuvo éxito y pudo alimentar a su familia y educar a sus hijos en los caminos de la Torá.

La porción de la Torá Sheminí incluye las leyes para distinguir entre los animales kosher y no kosher. La abeja no es kosher, por eso los judíos no la comen, pero la miel sí lo es. Esta es una situación una situación muy especial, porque usualmente “lo que viene de un animal no kosher no es kosher”. Entonces, en la mayoría de los casos, un producto de un animal kosher es también kosher, por ejemplo la leche de vaca, mientras que un producto de un animal no kosher no lo es, como la leche de cerdo. En el caso de la araña, que el conductor de carretas fue aconsejado no imitar, ni el animal ni la seda que usa para tejer su red son kosher.

Pero ¿Por qué la miel producida por un insecto no kosher es kosher y la seda de la araña no? La respuesta, por supuesto, es que la ley judía, codificada por nuestros sabios muchos siglos atrás, dicta que los judíos pueden comer miel pero no abejas, arañas o telas de araña. Lo que es destacable es que la naturaleza de la producción de la miel de las abejas y la seda de las arañas, que ha sido comprendida en detalle en el último siglo, es completamente consistente con la ley judía.

Las abejas producen la miel recolectando el néctar de las flores (kosher como todo producto vegetal) y almacenándola en sus cuerpos en un estómago especial, llamado bolsa de miel. Tienen además un segundo estómago donde digieren el alimento que consumen. Si la abeja siente hambre cuando vuela, transfiere un poco de néctar desde la bolsa de miel al estómago y lo usa como alimento. Cuando la bolsa de la miel está llena, la abeja retorna a la colmena y las abejas obreras retiran el néctar con sus lenguas y lo airean, dejando que algo de agua se evapore en el proceso, depositado luego el remanente en una célula de la colmena, donde es almacenado. Vemos así que la miel nunca llega a formar parte del metabolismo de la abeja.

La seda de la araña, por el otro lado, es una mezcla completa de proteínas producidas por la araña. Las proteínas están codificadas por el ADN de cada organismo y son muy específicas de cada especia. Por ejemplo, la proteína mayor de la seda de la araña es llamada sericina y ha llamado grandemente la atención en los últimos años. Es un notable material que se puede estirar de 4 a 6 veces su tamaño sin romperse, y tiene un enorme potencial para la manufactura de muchos productos. Al contrario de la seda de los gusanos, sin embargo, no se puede criar arañas para obtener su seda, porque cuando crecen en el mismo ambiente se devoran entra ellas. Recientemente se ha clonado el gen de la sericina y transferido a cabras con el objetivo de hacer que la cabra produzca sericina junto con su leche. (Por supuesto, la leche de esa cabra manipulada genéticamente conteniendo una cantidad significativa de sericina ya no sería kosher).

Los ladrillos de las proteínas son sustancias químicas llamadas aminoácidos. Si un animal come una proteína que se origina en otro animal o planta, desarma esas proteínas en sus aminoácidos componentes y luego con ellos construye sus propias proteínas. Aprendemos de la ley judía que un pez kosher que come alimento no kosher sigue siendo kosher, mientras que el pez no kosher que come alimento kosher sigue siendo no kosher. Podemos inferir entonces que las proteínas específicas de animales kosher y no kosher pueden jugar un rol en la manifestación física de las propiedades espirituales que hacen a un animal kosher o no.

La comprensión científica de la síntesis proteica y de los delicados detalles del proceso de producción de la miel no existía cuando los sabios determinaron que la miel es kosher, lo hicieron por Ruaj Hakodesh, inspiración Divina. Cuando nos damos cuenta que el conocimiento científico acerca de la producción de la miel y de la seda de la araña es completamente consistente con la ley judía, nos provee una comprensión más refinada de la sabiduría de los sabios. Más aun, el entendimiento de las bases científicas de la ley judía nos puede ofrecer una mejor percepción de los principios que la guían.

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