LIDERAZGO: DEL AMOR A LA UNIDAD

Cierto jasid dijo una vez que escuchó de boca de Rab Dunin, de bendita memoria, un Jabadnik famoso en Eretz Israel (la Tierra de Israel), que por mucho tiempo creyó que la meta de todo judío era el Ahavat Israel, el amor por cada judío. Pero, cuando pasó el tiempo –sin que nada indique que se hallara envuelto un proceso psicológico de maduración– entendió que la meta es alcanzar Ajdut Israel (la Unión de Israel) y que Ahavat Israel es solo el medio para alcanzar esta meta final. Permitámonos expandir este punto.

Existe una gran diferencia entre ambos conceptos. Todos estamos obligados a cumplir la mitzvá de Ahavat Israel y, como dice el Alter Rebe en el Tania1 “Tanto si uno tiene éxito o no en acercar a una persona a la Torá y a servir a Dios, aun tiene el mérito de amar a su prójimo judío”. Pero cuando llega al Ajdut Israel, la unión del pueblo judío, tiene que haber un punto primordial, un punto central alrededor del cual gira todo. En otras palabras, la unidad puede ser alcanzada sólo cuando existe alguna luz, alguna idea acerca de qué gente está unida.

Meditando sobre el monoteísmo

Esto lo vemos en la forma en que se entiende la palabra “uno” ( אֶחָד ), la palabra final y la meta del Shemá, la aseveración esencial de la fe judía. Se da por entendido que las letras de esta palabra aluden a la unidad de Dios: que Él es uno, esto constituye la primera letra א cuyo valor es 1; en los siete firmamentos y la tierra, constituye la segunda letra, ח , cuyo valor es 8; y que Él es uno en los 4 puntos cardinales, constituye la cuarta letra y final, ד , cuyo valor es 4. Incluso el estado de unidad más global y absoluto que es la unicidad de Dios, aún para que esto nos capture, debemos llenarlo con algo de contenido.

Una lección acerca al amor de Abraham

Lo que queremos explicar es que el amor simplemente no es suficiente. Observemos por ejemplo a Abraham. Sabemos que dedicó su vida a difundir el monoteísmo – la fe en la unidad, que Dios es uno. Para esto abrió su tienda a todo viajero, lo que constituye un tremendo amor por la humanidad sin ninguna medida. En realidad, la conducta de Abraham es el mayor ejemplo del amor por el hombre que jamás se haya visto. Daba a los viajantes todo lo que pudiese necesitar, comida, una cama para descansar, incluso dinero para el viaje.

Pero había un propósito para todo esto. Al final de la comida, Abraham pedía a sus huéspedes que bendigan al Todopoderoso, y si su invitado se rehusaba, por la razón que fuere, Abraham se comportaba contra su propia naturaleza amorosa diciendo “Si tú no bendices al Dios único, la fuente de todo lo que recibiste, deberás pagarme por mi hospitalidad”. Esto es buscar la unidad; así es como Abraham trabajaba en pos de la unidad humana bajo la fe en un sólo Dios.

Esto es lo que separaba a aquellos que veían a Abraham simplemente como individuo amable y caritativo, y aquellos que querían bendecir a Dios, juntarse a él, y uniéndose a él en derredor del punto focal central de la unicidad de Dios. Estos más tarde se transformarían en conversos, que la Torá los describe como “la almas que ellos [Abraham y Sará] hicieron en Jarán”. Ciertamente el mensaje es claro. El punto inicial es el amor, pero la meta es alcanzar la unidad, basada en una fe rectificada.

La Unidad Judía Requiere un Rey

Ahora, yendo un paso adelante, no es suficiente solo tener alguna idea o algún contenido como punto focal. Para lograr la unidad verdaderamente debe haber alguien que establezca el contenido que servirá como punto focal. En otras palabras, es necesario un rey. En la tercera parte de su Guía de los Perplejos, Maimónides trata acerca de las varias razones lógicas que hay detrás de las mitzvot de la Torá. Se ocupa del motivo de que la Torá no establece explícitamente que el Templo Sagrado deba ser construido en el Monte Moriá, aunque su ubicación era bien conocida por Moshé Rabeinu y los otros líderes de otras generaciones, como el lugar donde Abraham llevó a Itzjak para ser sacrificado.

Escribe que la razón más fuerte para dejar implícita la ubicación en el Pentateuco era prevenir que las tribus discutieran y se dividieran por la posesión del Monte Moriá. Consecuentemente, escribe Maimónides, “la orden de construir el Templo Sagrado está condicionada a que primero designen un rey, así el poder estaría en manos de un sólo individuo y de esa manera no habría guerra entre hermanos, como cuando fue establecido el sacerdocio2“. Maimónides dice que sólo gracias al rey puede haber unidad y paz entre los judíos. Esto puede sonar como algo simple y obvio, pero aparentemente hay que ser un gran filósofo como Maimónides para establecerlo.

Las democracias pueden ser amorosas y pluralistas, pero la unidad necesita designar un rey. Al observar estas dos palabras, “amor” ( אהבה , ahavá) y unidad ( אחדות , ajdut) numéricamente, hallaremos que su promedio es 216, el valor de “miedo” o “temor” ( יראה , irá). Podemos interpretar esto como que el común denominador del amor y la unidad es el temor. Cuando al Torá nos ordena nombrar un rey, estipula que el rey debe ser tratado de tal manera que tengamos temor y miedo de él. Aún así, como exploraremos en un próximo artículo, el rey está capacitado para producir el mensaje unificador para el pueblo judío sólo debido a su propio tremendo amor por cada judío. Analizaremos este tema más adelante en un próximo artículo.

Democracia en Israel

El sistema político que adoptó el moderno estado de Israel es la democracia, y esta es la razón por la que todo se desmorona y absolutamente no hay unidad, porque al final no hay un rey ni liderazgo, y consecuentemente no hay un contenido real en el que todos podamos concentrarnos y unificarnos en torno suyo. El Baal Shem Tov dice muy severamente que cada comunidad debe nombrar un líder, alguien que los conduzca. Y si no lo hace, entonces Dios libre, el samej mem (la inclinación al mal) mismo se convierte en su cabeza.

En definitiva, el amor y la unidad deben venir en juntos. Esto es similar a la unificación que experimenta la persona cuando estudia Torá, en donde la Torá lo rodea y lo llena al mismo tiempo3. Amor es el medio ambiente, la atmósfera que nos envuelve. La gente naturalmente se dirige y es atraída por una atmósfera de amor. Y entonces esas mismas personas están unidas cuando encuentran el punto focal alrededor del cual pueden unirse.

De esta manera, podemos decir también que el amor es como todos los preceptos (incluyendo el estudio de la Torá). Todas las mitzvot están descriptas en la Cabalá como una luz abarcadora. Pero, la unidad es como entender verdaderamente la dimensión interior de la Torá, encontrar el punto central en derredor del cual todos podemos unirnos.  

(Basado en un farbrengen efectuado en Shabbat, Rosh Jodesh Shevat, 5767 – Ramat Aviv)

1 Capítulo 32

2 Guía de los Perplejos III:45.

3 Ver Tania cap. 5.

IOM IERUSHALAIM

Maljut Israel – Rectificación del Estado de Israel

IERUSHA

por Nir Menussi


Muchos israelíes recientemente celebraron Iom Ierushalaim, (“Día de Jerusalén”), cantando y bailando, ya que conmemora la reconquista de Ierushalaim Oriental hace cuarenta y siete años.


Todos sabemos lo que pasó durante esos momentos fatídicos hacia el final de la Guerra de los Seis Días. Antes de que incluso las lágrimas de alegría se hubieran secado en nuestras mejillas, antes de que menguaran los gritos de “El Monte del Templo está en nuestras manos”, y antes de que los soldados y sus oficiales tengan en sus fotografías tomadas en el Muro de los Lamentos, detrás de la escena ya habían manos preparadas para intentar un acuerdo para transferir la soberanía sobre el Monte del Templo al Waqf islámico. Los funcionarios estatales podían hacer frente al Muro de los Lamentos, y de hecho parecía que lo querían mucho, pero el Monte del Templo era para ellos como una papa caliente, que debía ser lanzado tan pronto como sea posible a las manos de otra persona. Hemos vivido con los resultados de esto durante cuarenta y siete años; tenemos una montaña, pero no del Templo. Tenemos un muro exterior, pero no podemos atravesarlo, al menos, no como judíos, con tefilín en la cabeza y un Sidur en nuestras manos.
Meditemos en esta imagen por un momento: tenemos soberanía sobre el lado exterior de la montaña, pero al mismo tiempo, hemos abandonado su esencia interior. Somos dueños de la parte exterior, pero hemos repudiado el interior. Esta foto puede servir como una parábola para el sionismo en general, y nos proporciona una pista de cómo avanzar hacia adelante.

El Secreto del Reinado

El objetivo del sionismo era poner al judaísmo de nuevo en los carriles de la historia política. Los judíos hemos fomentado la vida individual, familiar y en congregación de una manera ejemplar, pero nos hemos olvidado de cómo funcionar como una nación con un Estado soberano. El sionismo quería un reinado, por así decirlo, y estaba decidido a movilizar todos los recursos materiales y espirituales de la nación para poder adquirirlo. Sin embargo, ya sea porque estaban lejos de la senda de la tradición judía, o porque deseaban rebelarse contra ella, los pioneros sionistas no usaban herramientas que habían sido moldeadas en un molde judío, sino en el espíritu del modelo no judío de un “estado-nación”.
De acuerdo a la dimensión interior de la Torá, la idea de la soberanía judía es interpretada por una de las sefirot cabalísticas, específicamente la sefirá final, conocida como maljut o “reinado”.


La Cabalá describe a la sefirá rectificada del reinado -que se manifiesta en la figura de un monarca o más generalmente hablando como un líder rectificado -como “orgulloso por fuera y humilde por dentro.” En hebreo los términos psicológicos “orgullo” (גֵאוּת , gueut) y “humildad” (שֶׁפֶל , shafel) los mismos que se utilizan para la “marea alta” y la “marea baja”, lo que sugiere que el orgullo y la humildad están finamente equilibrados; uno no es posible sin la otra. Del mismo modo, el líder rectificado debe combinar una apariencia externa de orgullo y auto-importancia, mientras que está en equilibrio con una humildad interior de espíritu. Debe saber cómo demostrar majestad y autoridad, pero estos atributos deben ser como la vestimenta exterior (como dice el versículo: “Dios ha reinado, Él se ha vestido de majestad”). En el interior debe estar imbuido de precisamente la experiencia opuesta, sintiendo una profunda humildad, como si fuera un esclavo de Dios, no un rey. Esta es la combinación que asegura su éxito.

Llenando el espacio vacío

Cuando nos fijamos en el nacimiento del Sionismo, podemos describirlo como una rebelión contra un judaísmo que rectificó sólo la dimensión interior de “reinado”, en favor del extremo opuesto -un “Israelismo” que sólo funciona sobre la dimensión exterior del reinado. El judaísmo en la diáspora fue imbuido con una gran humildad y desinterés, inclinando su cabeza a Dios y esperó pacientemente la llegada del Mashíaj. El sionismo rechazó eso, sacudiendo el atributo de la humildad y cambiándolo por una visión de orgullo nacional, tomando nuestro destino en nuestras propias manos y la fundación de un Estado fuerte, estable, aunque secular.


El establecimiento de Ierushalaim como la capital del país, mientras falte su corazón interior, el Monte del Templo, es un reflejo en miniatura de toda la empresa sionista, una capa externa de orgullo que no tiene el corazón interior de la humildad. Los adornos exteriores del reinado, sin su esencia interior. No es de extrañar que el espíritu del sionismo en las siguientes generaciones haya comenzado a languidecer, y un espíritu de humildad negativo “post-sionista” haya comenzado a reemplazarlo. Al igual que las mareas del océano, ninguna apariencia arrogante puede perdurar sin un espíritu de humildad para equilibrarlo. Y si la humildad no proviene de la fe, proviene de su contraparte secular.
Obviamente, la manera de rectificar la situación es llenar ese espacio vacío insuflándole un nuevo aliento de fe judía a la actual empresa política. Debemos recordarnos a nosotros mismos que no hemos venido aquí sólo para construir un “hogar nacional”, sino que nuestro verdadero objetivo es construir una “Casa para Dios”, como se nos ordena: “Y harán para Mí un templo y yo habitaré dentro de ellos” ¿Cómo es exactamente un país judío visto a través de un prisma como este es un tema que tenemos que determinar entre nosotros mismos, tal como siempre hemos hecho como judíos, uniéndonos en el estudio de la Torá? Una vez que hayamos hecho esto, y la sefirá de reinado esté completa, vamos a poder celebrar con alegría plena Iom Ierushalaim.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *