PARTE 33  LA RECTIFICACIÓN DEL LOBO

En la Torá, el aspecto bueno “lobo” es personificado por la tribu de Biniamín. Antes de morir Iaacov bendijo al menor de sus hijos: “Biniamín es un lobo que devora…”. Aquí, Iaacob alude proféticamente al episodio registrado al final del libro de Jueces: “la concubina de Guibá”, donde la tribu de Biniamín peca sexualmente y luego de que la mayoría fueran aniquilados por sus hermanos para vengar el pecado, se le permitió a los que quedaban “arrebatar”, como un lobo, una esposa de entre las doncellas danzantes. La inclinación del lobo fue así elevada y rectificada, el miedo a la violación fue doblegado y dulcificado en su raíz; de esta manera se reincorporó la tribu de Biniamín, a la que perteneció Shaul el primer rey de Israel, quien “arrebató el reinado” como un lobo.

Nuestros sabios enseñan que el lobo de Biniamín simboliza el altar del Templo Sagrado sobre el que se ofrecían los sacrificios animales, ubicado en el territotio de esa tribu. El altar “devora” los sacrificios como el lobo lo hace con su presa. En hebreo la palabra para “altar” es mizbeaj, cuya raíz es zevaj, la misma que la del rey de Midián cuyo ministro era Zeev, el lobo, como ya mencionamos. La imagen del lobo, como así también su inclinación a “degollar” el animal encuentran su rectificación definitiva en el altar:

Biniamín es un lobo que devora:
En la mañana comerá su botín,
Por la noche dividirá los despojos.

Citando a los sabios, Rashi interpreta el segundo verso como una referencia a la “mañana” o “ascenso” del reino judío de Shaul; el tercer verso se refiere a la historia de Mordejai y Ester, de la tribu de Biniamín, que divide los despojos de Hamán en la “noche” o “descenso” de la epopeya bíblica de la ía judía.

La bendición de Biniamín conecta claramente la imagen del lobo con los momentos cambiantes del ciclo diario de la mañana y la noche. Vimos antes que el “compañero del lobo, zeev, es el cuervo, orev. La raíz hebrea del nombre orev significa “anochecer”, como en la frase que se repite como culminación de cada uno de los seis días de la creación: “y fue la noche y fue la mañana…”, la frase original en la Torá donde la noche y la mañana están yuxtapuestos. El cuervo se llama orev porque es negro como la noche; en las Crónicas encontramos la expresión “lobos de la noche”, una clara alusión a la relación entre estos dos animales:

Sus caballos son más rápidos que leopardos,
Y de dientes más afilados que los lobos de la noche…

En otro versículo, encontramos la yuxtaposición de los lobos de la noche con la mañana:

… sus jueces [lo devoran] como lobos nocturnos,
que no dejan hueso hasta la mañana.

Adicionalmente, la palabra orev es análoga en hebreo a “llano”, “yermo”. En los siguientes versos también encontramos la yuxtaposición idiomática de los dos animales:

Por eso el león de la selva los atacará,
Y el lobo de las planicies los despojará.

Como la imagen clásica del violador el lobo ataca en la noche (en inglés “eve”, que no es un juego de palabras entre “Eve” [Eva] y “eve”, sino la conexión entre “conocer [un eufemismo de “relaciones sexuales”] a Eva” y el anochecer o la noche, a que se alude en los Salmos: “y la noche dentro de la noche expresa [yejavé, análogo a Javá, ‘Eva’] conocimiento”!) o en el amanecer (cuando primero puede identificar a su presa). El sitio de su asalto es en el llano, en la “tierra yerma”, como lo describe la Torá:

Porque en el campo la encontró,
la doncella desposada gritó,
pero no había nadie que la salve.

En los versos precedentes la Torá asocia la violación con la muerte, implicando que el miedo al lobo encierra también al del león:

Porque como un hombre se alza contra su vecino
y lo mata,
Así es este asunto.

En contraste, el profeta vislumbra la paz sobre la tierra de la era mesiánica como un tiempo en que “el lobo vivirá junto con el cordero”. (Por cierto, esta es la primera imagen de una serie de metáforas que concluye con “…y el león comerá heno como la vaca. Un lactante jugará en el hoyo de la víbora y un niño pondrá su mano en la guarida de la serpiente”, siguiendo el orden del lobo, el león y la serpiente). Según nuestros sabios, el pueblo judío se asemeja a un cordero rodeado de setenta lobos, las naciones gentiles de la tierra, que desean violarlo y devorarlo. Con la llegada del Mashíaj se establecerá la paz verdadera y definitiva entre Israel y las naciones y en un estadío posterior de la era mesiánica, el orden natural se metamorfoseará en un mundo donde el lobo físico y el cordero reposarán juntos y vivirán en paz.

Dentro del pueblo judío, el “cordero” Biniamín –simbolizado como el “lobo devorador”- es entonces el “lobo dentro del cordero”. En cabalá representa el fértil útero femenino del alma colectiva de Israel (en términos cabalísticos iesod de maljut), el poder espiritual del púeblo judío de alcanzar la paz entre el lobo (en particular, “el cordero dentro del lobo” personificado por los justos gentiles) y el cordero (en particular, “el lobo dentro del cordero”, personificado por Biniamín, el “lobo predador”).

Desde la era mesiánica ingresamos al mundo por venir, “el día que es enteramente Shabat y descanso por toda la vida eternamente”, el Shabat es la imagen de un mundo completamente rectificado. Enseñan nuestros sabios que así como el lobo atrapa “por delante y por detrás de él”, así el Shabat “apresa” y eleva todas las chispas sagradas de la semana que pasó y la que vendrá, atrayendo subsecuentemente bendición Divina hacia la creación “por delante y por detrás de él”.

En la Torá, se ordena dos veces los Diez Mandamientos, en la primera oportunidad, el cuarto mandamiento referido a la observancia del Shabat, comienza así:

Recuerda el día de Shabat, para santificarlo.

La segunda vez dice así:

Guarda el día de Shabat, para santificarlo.

Nuestros sabios dicen que “Recordar…” y “Guardar…” (que Di-s los pronunció simultáneamente al entregar los Diez Mandamientos) se refiere a la influencia Divina de Shabat sobre la realidad, “por delante y por detrás suyo”. Enseña la cabalá que “Recordar…” se refiere a la dimensión masculina del Shabat, el secreto de “por delante …”, “Guardar…” a su dimensión femenina, el secreto de “por detrás…”. El Shabat es el tiempo de la unión de masculino y femenino, el estado consumado de rectificación del lobo, que será el lobo del mundo por venir.

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